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Divulgado en Internet

Un informe del FMI duda de que el plan de ayuda salve a Grecia de la quiebra

El informe del FMI que sirve de base al plan de ayuda a Grecia dibuja una perspectiva poco favorable: años de alto desempleo y bajadas de sueldo, que aun así no garantizan que el país heleno escape de la quiebra.

De cara a los mercados, los directivos del Fondo Monetario Internacional (FMI) han expresado su fe en que Grecia puede perfectamente evitar la suspensión del pago de su deuda, que atemoriza a sus vecinos europeos.

Pero el informe de los expertos del FMI pone de manifiesto la travesía de lágrimas que afrontan los griegos y las posibilidades de que, pese a todo, el país necesite más que los 110.000 millones de euros en préstamos ofrecidos por la entidad y la zona euro.

"Los riesgos a los que se enfrenta el programa son altos. El ajuste necesario no tiene precedentes y llevará tiempo, con lo que se podría caer en la fatiga. Cualquier choque no previsto podría suponer una carga para la economía y el sistema bancario, incluso si el programa fiscal va por buen camino", afirma el estudio, que el FMI ha divulgado en su página de internet, www.imf.org .

El peligro de que el programa crediticio no logre hacer sostenible la deuda griega es "indudablemente alto", admiten los expertos del FMI, pero aun así dicen que merece la pena intentarlo sólo por atajar el contagio de los problemas del país heleno al resto de Europa.

La posibilidad de que el nerviosismo sobre la deuda engullera a Portugal, España e Irlanda en particular hizo que la UE acordara el domingo crear, en colaboración del FMI, un mecanismo de rescate capaz de movilizar 750.000 millones de euros.

Esa red de seguridad paradójicamente hace más viable una reestructuración de la deuda griega, pues los recursos del fondo podrán frenar ataques especulativos contra otros países, según Carsten Brzeski, un economista de ING.

Además, con su decisión de comprar bonos soberanos, el Banco Central Europeo (BCE) podría facilitar un 'default' ordenado, razonó Brzeski en un análisis enviado a sus clientes.

El momento de la verdad llegará dentro de año y medio, cuando la ayuda externa terminará de cubrir todas las necesidades de financiación de Grecia, por lo que Atenas tendrá que llamar de nuevo a la puerta de los mercados.

Si los inversores no se avienen a prestarle dinero a un interés razonable, la otra opción restante sería "una participación financiera prolongada del FMI" en Grecia, según reconoce el informe. Eso significa otro programa de crédito con más dinero.

Muchas cosas pueden marchar mal con el plan actual, reconoce el FMI: que la contracción de la economía griega sea mayor que lo previsto, que la recaudación pública se desplome o que haya una crisis de confianza en los bancos.

Pequeños desvíos en la tasa de crecimiento prevista, en la bajada de precios anticipada o en los intereses pueden hacer que Grecia no consiga controlar su deuda, que según el programa debería estabilizarse cerca del 150% del PIB en 2012.

Eso asumiendo que el gobierno logre aplicar las medidas de ajuste acordadas pese a la resistencia de los trabajadores y jubilados que sufren los recortes, los ricos que evaden impuestos y las empresas que se benefician de protecciones estatales frente a la competencia, que deben ser desmanteladas.

"La resistencia fiera de los intereses creados ha impedido las reformas en el pasado y la carga del ajuste pondrá a prueba la cohesión de la sociedad griega", advierte el informe.

El personal del FMI opina que el programa de ahorro presupuestario "no tiene precedentes", al aspirar a que el déficit, que ascendió al 13,6% del Producto Interior Bruto (PIB) en 2009, pase bajo el listón del 3% en 2014.

En cambio, en el terreno de las reformas estructurales los expertos del FMI quieren más.

Tildaron de "desalentador" el programa de privatizaciones, con el que el gobierno quiere obtener mil millones de euros por año desde 2011, y de "débiles" los planes de reforma de las empresas públicas.

Asimismo, el FMI pidió a Grecia plantearse la bajada de los sueldos en el sector privado, además de en el público.

Se trata de un programa "doloroso socialmente", admite el FMI, pero a su juicio indispensable, incluso si fracasa.

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