La reválida definitiva del Gobierno
El presidente del Gobierno detalla hoy en el Parlamento el compromiso de recorte del gasto público adquirido ante los socios europeos el pasado fin de semana, que supone reducir el déficit fiscal previsto para este año en 0,5 puntos porcentuales adicionales y en un punto porcentual adicional el estimado para 2011. En términos absolutos, y dado que el propio presidente ha advertido de que no hay capacidad de recorrido alguno en incremento de los impuestos, supone recortar el gasto público este año en 5.000 millones de euros más y en unos 10.000 millones adicionales en el Presupuesto del año que viene. Aunque el receptor político será el Parlamento, como representante de la soberanía popular, prestarán atención especial los receptores financieros, los mercados, que calificarán a renglón seguido el plan de Zapatero.
En los meses transcurridos de este año, de hecho, los mercados financieros someten a una reválida continua la política económica del presidente Zapatero, hasta el punto de que han arrancado más pistas y compromisos verbales sobre las reformas que estaría dispuesto a hacer, que el clamor que las diversas y heterogéneas instituciones económicas españolas le han demandado en los dos años largos de crisis económica. Otra cosa es que el Gobierno no ha pasado de la literatura a las matemáticas en materia de reformas, pues el ímpetu reformista adoptado cuando los mercados financieros presionaban a España, tanto en el mercado de deuda como en el de la renta variable, se ha ido diluyendo a medida que la tormenta amainaba.
Pero el tiempo de esperar a que escampe ha terminado. En público y en privado, en pequeñas dosis y en avalancha, los mensajes al presidente sobre la necesidad imperiosa de ejecutar reformas reales en los mercados de bienes y servicios, así como en los de factores productivos, no pueden ser ya más apremiantes. Los paños calientes y demagógicos deben dejar paso a los hechos si no queremos que los ataques a España se intensifiquen y que, de paso, pongan en riesgo el proyecto del euro. España no es Grecia; pero debe hacer lo posible para que ni siquiera los mercados tengan la tentación de someterla a la comparación.
Para ello, el recorte del gasto que anuncie hoy Zapatero debe ser estructural y afectar a las grandes partidas que maniatan el Presupuesto, así como exigir con números explícitos a cada una de las comunidades autónomas un sacrificio equitativo y solidario con el Estado. Poco pueden limarse ya la inversión y los gastos corrientes, sobre todo si se quiere respetar el estímulo al crecimiento. Pero seguramente ha llegado la hora de que los funcionarios y los desempleados compartan el sacrificio, al menos en 2011 con el resto de los capítulos de gasto. Y ello sin olvidar que no se recompondrán las bases del crecimiento sin las reformas que sistemáticamente esquiva.