Ir al contenido
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Aprender juntos

Integrar la filosofía del aprendizaje permanente como una herramienta de mejora para las organizaciones empresariales se ha convertido en el reto al que tienen que hacer frente las compañías que buscan sobrevivir en momentos difíciles como los actuales. En el marco de una coyuntura económica en estado de alerta permanente, donde la previsión y la estabilidad parecen haber perdido el rumbo, el valor de la formación, la cualificación y la capacidad de reinvención constante son los que diferencian a las organizaciones preparadas para manejar con firmeza el timón de los cambios frente a las que se hunden sin dilación.

La importancia de estar en continua transformación es el valor que diferencia a las empresas que están preparadas para mantenerse en un entorno altamente competitivo de aquellas que no lo están. Ya lo apuntaba hace más de una década Peter Senge en La quinta disciplina.

Senge, fundador de la Society for Organizational Learning, una comunidad internacional para la investigación y fomento del aprendizaje, apunta la importancia de promover en las organizaciones un cambio hacia una manera de pensar común e interconectada. Es decir, construir una visión compartida entre todos los que forman parte de la misma y apostar por el aprendizaje en equipo, logrando el desarrollo de una figura más amplia que supera a la perspectiva individual para afrontar los retos profesionales.

Las organizaciones inteligentes, las que aprenden, son ésas que han generado el contexto adecuado para desarrollar las capacidades, habilidades y actitudes entre sus integrantes, aquellas cuyas puestas en común siempre sumarán más y mejor que cualquier aportación individual, por muy valiosa que sea. En estos modelos de empresas, las personas están continuamente aprendiendo a aprender juntos.

Una organización inteligente tendrá la capacidad de adaptación, mientras que otras se hunden sin más remedio en un maremágnum de zozobras. Por esta razón, hoy por hoy se hace cada vez más necesario para nuestras empresas integrar el valor del aprendizaje desde el principio hasta el final de sus procedimientos.

Asegurar que todos los miembros de una organización necesitan estar en constante aprendizaje es asegurar la capacidad de comprender la complejidad, afrontar los vaivenes desde la búsqueda de nuevas opciones y garantizar el crecimiento. Las que no aprenden o peor, aprenden mal, están abocadas a la desaparición, y seguro que todos conocemos algún caso que dejó de liderar el ranking para pasar al desconocimiento más absoluto.

José Ignacio Ustaran Muela. Director general de Formación Digital

Archivado En

_
_