Geithner defiende la aplicación de un impuesto a grandes entidades financieras
El secretario del Tesoro de EE UU, Timothy Geithner, defendió hoy la aplicación de un impuesto a las grandes entidades financieras que operan en el país para recuperar el dinero gastado por el Gobierno en el rescate de la banca.
"Los bancos, no los contribuyentes, deben pagar por los errores bancarios", dijo Geithner en una audiencia ante el Comité de Finanzas del Senado.
La tasa recaudaría 90.000 millones de dólares durante 10 años y debería mantenerse hasta que el Gobierno recupere todas sus pérdidas por el fondo que estableció para ayudar a bancos, aseguradoras e incluso a empresas del motor como General Motors y Chrysler durante la crisis.
El fondo contó con 700.000 millones de dólares y de esa cantidad el Gobierno perderá 109.000 millones, según la Oficina de Presupuestos del Congreso, aunque el Ejecutivo eleva esa cifra a 117.000 millones.
Geithner explicó que las entidades que llevan a cabo más actividades de riesgo pagarían una tasa mayor, por lo que la medida desincentivaría un endeudamiento excesivo.
Chuck Grassley, el republicano de mayor rango del Comité, criticó la propuesta, que tildó de "cuestionable", y destacó que entidades que no recibieron asistencia pública se verán obligadas a pagar la nueva tasa si el Congreso la aprueba.
Además, a su juicio, los bancos simplemente pasarán el nuevo coste a sus clientes, elevando el precio de sus servicios.
Geithner respondió que si lo hacen así perderán cuota de mercado frente a otras compañías, especialmente bancos pequeños y medianos que no tendrían que pagar el impuesto.
La aplicación de tasas a la banca cuenta también con el apoyo de Reino Unido y Francia, y Geithner dijo que Estados Unidos quiere diseñar su impuesto "de forma que aumente la probabilidad de que otros gobiernos adopten medidas similares".
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha propuesto la aplicación de dos impuestos internacionales sobre la banca para pagar por futuros rescates y limitar el nivel de riesgo que asumen las grandes entidades financieras.
No obstante, rechazan la idea Canadá, Australia y países emergentes como Brasil, que no sufrieron una crisis financiera y creen que nuevos impuestos sobre la banca reducirán el volumen de crédito disponible en sus territorios.