Grecia y el reparto de los sacrificios
El escepticismo sobre el rescate de Grecia sigue en el mercado, que ayer, tras el lanzamiento oficial del plan de ayudas y el catálogo de penitencias que tendrá que hacer la población helena, siguió presionando en todas las plazas europeas, aunque ya con baja intensidad. Atenas dispondrá de 110.000 millones de euros en tres años para atender los vencimientos de su deuda sin necesidad de apelar al mercado, lo que garantiza que el coste financiero está calculado de antemano, aunque el secundario siga estableciendo precios muy por encima de los comprometidos entre la UE y el FMI con las autoridades griegas.
La ayuda europea es un escudo político para defender el euro. Pero también es una prima encubierta para preservar los balances y las cuentas de resultados de los bancos acreedores del Tesoro griego, sobre todo los franceses y alemanes, que acumulan más de 90.000 millones de euros en bonos griegos. Ayer, el Gobierno alemán comenzó a presionar a la banca europea para que se implique en el rescate griego, aunque sólo sea financiando la actividad económica, o comprando sus reemisiones cuando vuelva al mercado. Puede resultar más rentable que abandonar a Grecia a su suerte y someterse a la posibilidad de una reestructuración en la que todos, Estados y bancos, tendrían que ser generosos.