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Columna
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Los especuladores están ahí para algo

Las fuerzas especulativas anglosajonas están preparadas para probar al euro hasta el límite". Lo advierte João Costa Pinto, presidente del grupo bancario portugués Crédito Agrícola. Tal vez, pero los especuladores están ahí por algo. El diferencial de deuda de Portugal aumenta de manera preocupante porque los acreedores prestaron sin pensar en la hipótesis de que las economías de la eurozona no quiebran. Portugal se suma a Grecia en desafiar eso.

Portugal no se ha tomado en serio el riesgo de crisis. España y, sobre todo, Irlanda, han aplicado algunas medidas severas, y tendrán que hacer más. Portugal ha hecho muy poco. Ni si siquiera la Comisión Europea se quedó impresionada con el plan de estabilidad del Gobierno. "Se necesitarían medidas adicionales de consolidación fiscal", dijo hace una semana, "especialmente para este año". Sin embargo, se aprobó la propuesta.

Lo que el Gobierno de José Sócrates, el primer ministro, ha conjurado no es del todo inútil. Su plan congela los salarios públicos, disuade la contratación pública, recorta el gasto en defensa en un 40% e introduce impuestos más altos para los sectores acomodados. Tiene previsto también sumar 6.000 millones de euros en privatizaciones. Pero no se espera que mejore mucho la situación fiscal, y la deuda continúa aumentando rápido.

El déficit del Gobierno sólo disminuirá un poco, hasta el 8,3% del PIB. La deuda del Estado fue de un 66% del PIB en 2008, sobrepasando ya el supuesto límite del 60% para la eurozona. Se prevé que la deuda aumente hasta el 91% del PIB en 2011.

Con los inversores en retirada, el plan existente no es lo suficientemente duro. La UE se equivocó al darle el visto bueno. Debe de ser más estricta con los países de la eurozona en lugar de culpar a los especuladores cuando las cosas van mal. Para Portugal, la única manera de avanzar es enfrentarse a la realidad y reducir su déficit fiscal. La antigua estúpida suposición de que los países de la eurozona son solventes incluso cuando ignoran completamente sus propias reglas, ha perdido su poder.

Por supuesto, el Gobierno podría preferir confiar en sus amigos en la zona. Eso sería más fácil, pero arriesgado. Y más de esa complacencia no mantiene lejos a los especuladores.

Por Ian Campbell

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