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Crisis inmobiliaria

La vida, encerrada en una burbuja de ladrillo

Todo el que compró una vivienda (o lo intentó) durante la apoteosis inmobiliaria sabe bien que entonces se veían como normales comportamientos que eran puro disparate: gente que compraba un trastero para vivir, o el hueco que quedaba debajo de la escalera en el vestíbulo; pequeños promotores que aconsejaban pagar una parte en dinero B (no declarado); tasaciones a medida del crédito solicitado; urbanizaciones que emergían en páramos desoladores; o cuotas que excedían con creces el 50% del salario del hipotecado... Un vistazo a la evolución del crédito en España explica los pilares de monstruo inmobiliario. En 20 años, la financiación ha crecido un 600%; en el mismo tiempo, los créditos relacionados con el ladrillo, un 1.195%; de un 30% sobre el total, a un 60%.

En el año olímpico de 1992, el importe total de los préstamos otorgados por el sector financiero equivalía a algo más de 261.364 millones de euros, según los datos recopilados por el Banco de España. De este volumen, un 32% estaba destinado de forma directa o indirecta a la actividad inmobiliaria; no sólo para adquirir vivienda, sino también para promociones, rehabilitaciones y construcción ligada al sector residencial. Un importe considerable, pero pequeño comparado con el que estaba por venir.

A partir de ese momento la financiación del músculo inmobiliario registró nada menos que 14 años consecutivos creciendo siempre por encima de la concesión total de créditos y, lo que es más, registrando durante casi toda la escalada tasas anuales de dos dígitos. La tendencia sólo se dio la vuelta a partir de 2007, cuando la convicción extendida a nivel nacional de que los precios de la vivienda seguirían subiendo eternamente se dio de bruces con la realidad.

En el año 1996, el peso de los préstamos vinculados al sector inmobiliario superó por primera vez el 40% del total. El crecimiento ya había sido vertiginoso, ocho puntos porcentuales en sólo cuatro años. Pero no importaba mucho, porque eran los tiempos del optimismo, en los que se acuñó la célebre frase de España va bien. Pero la espiral inmobiliaria iba a acelerar su ritmo de avance aún más.

En el año 2003, los créditos del ladrillo franquearon la barrera del 50% en la tarta de la financiación y rondaban los 420.000 millones de euros. Quedaba todavía la escalada final.

El cambio de Gobierno del PP al PSOE no trajo cambios en la desbocada carrera inmobiliaria. Entre 2003 y 2006, el volumen de la partida residencial pasó del 52,3% al 61,45% y al año siguiente superó en términos absolutos el billón de euros, equivalente al 100% del PIB. A cierre de 2009, el ladrillo aún pesaba un 60,3%. Por el camino, muchos sueños se han quedado atrapados en una hipoteca.

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