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Columna
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Caro amor entre Daimler y Renault

Los inversores vieron el cielo abierto cuando las conversaciones entre Renault y Daimler parecieron concretarse a finales de febrero. Desde entonces, la capitalización conjunta de ambas empresas ha aumentado casi 6.000 millones de euros, muy superior a los supuestos 2.000 millones de euros de sinergias que las empresas calculan obtener con su acuerdo en los próximos cinco años.

Sin embargo, el mercado no debería mostrarse tan entusiasta. Bien es cierto que si la sociedad funciona, la lógica industrial apunta a que ambos constructores saldrán ganando al beneficiarse mutuamente de las fortalezas del otro. Pero es una incógnita la utilidad del cruce accionarial previsto en el pacto.

La asociación ofrece beneficios de escala, con intercambio de tecnología y costes compartidos. Igualmente, impulsarán los vehículos pequeños. Daimler no ha logrado hacerse con cuota en este segmento y su marca Smart nunca ha obtenido beneficios. Renault le puede ayudar. Ambos grupos utilizarán una plataforma común, con el objetivo de producir modelos con marcas diferenciadas en 2013. A su vez, Renault se beneficiará de la tecnología punta de Daimler, especialmente útil para Infiniti, la marca de lujo de Nissan, que puede usar los motores mercedes

No obstante, el acuerdo no está exento de riesgos. El prestigio de la marca alemana podría diluirse. Además, las sinergias de la operación pueden no consolidarse si el mercado mundial no se recupera. Por de pronto, el año actual es todo un desafío, con los planes de ayudas dinerarias para achatarramiento de vehículos retirándose en Francia y Alemania. Pero la reducción de costes ha llegado para quedarse.

Las enrevesadas participaciones accionariales del acuerdo implican el reparto del 3,1% del fabricante alemán entre Nissan y Renault (1,55% cada uno), mientras que Daimler se queda con el 3,1% tanto de la japonesa como de la francesa. Pero Renault será incapaz de sacudirse la fuerte presencia del Gobierno galo, que comprará las suficientes acciones para mantener su actual porcentaje del 15%.

Más de 1.000 millones de euros en acciones quedarán atados por cada lado, cifra que las compañías tildan de "simbólico". Pero si es simbólico ¿por qué lo hacen? Si el único propósito es que cada socio le muestre al otro lo importante que es para él, sin duda es un caro regalo de San Valentín

Pierre Briançon

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