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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La crisis sí pasa factura al Ibex 35

Era, en cierto modo, una rareza que la mayor dimensión de la crisis económica en España no se hubiese reflejado en los mercados. Antes al contrario, el Ibex, gracias a la mayor solidez relativa de la banca, no marchó peor que otros índices en la época más dura del crac. Pero al final la crisis -España será, probablemente, el único país de la OCDE cuyo PIB caiga este 2010- pasa factura. Ahora, dado que para los mercados el camino más corto entre dos puntos no siempre es la línea recta, la penitencia por el exceso de ladrillo en la economía española ha pasado por Grecia.

La delicada salud de las finanzas públicas griegas ha sido el gran asunto del primer trimestre de 2010, y se han contagiado a otros mercados de la Europa periférica, como España, Portugal, Irlanda o Italia, por más que los problemas de déficit no sean endémicos del Mediterráneo. En cualquier caso, ha sido esta preocupación la que ha hecho que el Ibex pierda un 9% en un trimestre en el que las Bolsas de Francia, Alemania o el Reino Unido han cerrado con ganancias. La factura de la crisis ha llegado con el sello de la deuda pública. Podría haber venido de otro modo, pero el castigo por la debilidad económica era de esperar. Y es, en cierto modo, razonable, que un inversor extranjero no mire con los mismos ojos a España que a Alemania.

Ahora bien, ante la oleada de temores de los últimos meses, es mejor aferrarse a las cifras que a las sensaciones. Y, por más acrónimos de dudoso gusto como PIGS que se inventen, el hecho es que la prima de riesgo griega quintuplica la española, que dos de tres agencias de rating mantienen a España con la máxima calificación y que sólo en algunas subastas puntuales el Tesoro ha tenido que elevar significativamente el tipo de interés para colocar papel. En el mes de marzo, además, la brecha entre el mercado bursátil español, que subió un 5,2%, y el europeo se ha reducido notablemente. La internacionalización de las grandes empresas cotizadas, que ingresan más fuera de España que en el mercado doméstico, mitiga el efecto en Bolsa de la debilidad económica.

A corto plazo cabe esperar que persista el nerviosismo en torno a la deuda -el endeble acuerdo de la UE no es mucha salvaguarda para Grecia- y no es descartable que el mercado vuelva a presionar a España. Pero desde el punto de vista financiero sería poco razonable un castigo comparable al sufrido por nuestros vecinos helenos. Y, aunque Keynes ya dijo que el mercado puede ser irracional más tiempo del que uno puede ser solvente, el escenario más probable es que los problemas de la economía española sigan siendo mucho más crudos a pie de calle, en la economía real, que en las grandes cifras económicas y financieras.

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