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A fondo

La 'googalización' de la diplomacia

Google se ha plantado en China. Según explicaba en The Wall Street Journal uno de sus co-fundadores, Sergey Brin, y han confirmado otros empresarios, tras los Juegos Olímpicos de 2008, el Gobierno de China elevó la presión censora y las interferencias con su negocio. La opacidad creció y eso junto con el ataque sufrido en sus servidores abrió el debate en el buscador sobre qué hacer con este gran mercado. La decisión llegó esta semana cuando Google transgredió el pacto que tenía con Pekín, dejó de filtrar su contenido y redirigió sus operaciones desde Hong Kong.

Esta semana, otra empresa, GoDaddy.com, la mayor compañía de registros de dominios, anunció que dejaba de registrar páginas en China por la cantidad de información que deben proveer sobre la identidad de quien abre páginas. Su competidor, Network Solutions, dejó el país en diciembre.

Google, como sus competidores, tomó la decisión práctica de abrazar a un régimen que se había abierto económicamente pero seguía cerrado políticamente, siguiendo la teoría de que el cambio tenía que llegar desde una economía fuerte y en expansión. Pero en la práctica, la vía empresarial de lo que algunos diplomáticos llaman el "constuctive engagement" (compromiso constructivo) no se está concretando a juzgar por los problemas que tienen cada vez más empresas que se quejan de una censura mayor, menor protección a la propiedad intelectual y el proteccionismo a los negocios locales.

El caso de Google y la posición que ha tomado le singulariza, máxime cuando otras como Dell, Apple o Micorsoft se mantienen en este gran y, a priori, prometedor mercado. No obstante, ahora que EE UU está reexaminando unas relaciones cada vez más tensas con China, hay cada vez más firmas que muestran su frustración con el país.

La Cámara de Comercio de EE UU en China hizo público el día 22 una nota en la que se explicaba que las políticas proteccionistas de Pekín están provocando que el 37% de las empresas americanas de alta tecnología estén viendo bajar rápidamente sus ventas. Una encuesta hecha por esta organización entre sus miembros revela que la mayoría cree que son discriminados por las empresas públicas y por el Gobierno, algo con lo que no contaban después de hacer millonarias inversiones en el país.

Según la agencia AP, el vicepresidente de la Cámara de Comercio, Myron Brilliant, advirtió el jueves ante la prensa de que la actitud de China está "perjudicando el apoyo que han brindado los abogados de una relación fuerte en EE UU y minizando los argumentos que históricamente hemos usado para cimentar esta relación".

En el radar de Washington

En EE UU la percepción de China está pasando por uno de sus momentos menos constructivos. En círculos diplomáticos sentó muy mal que en la conferencia del clima de Copenhague, el primer ministro, Wen Jibao, mandara a una persona de su organigrama a despachar con Barack Obama.

Pero lo que más ampollas levanta es que la moneda china está muy infravalorada y eso resta competitividad al resto del mundo. El próximo 14 de abril el Tesoro hará público un informe en el que se recogerá si la Casa Blanca juzga si China está manipulando su moneda, algo que abriría de par en par una caja de Pandora ya agitada por la situación creada con el buscador.

A juzgar por las airadas reacciones de China, cuando normalmente desestima las críticas, la salida de Google ha sentado mal. Es algo que evidencia la importancia del compromiso constructivo empresarial -frente a otras tácticas de denuncia que suelen caer en saco roto-, en un país interesado en desarrollar una economía fuerte. El alcance del desplante se verificaría si más empresas siguieran a Google y GoDaddy, es decir si se googalizara la diplomacia empresarial y, además, los inversores desoyeran a los analistas que recomiendan apostar por los competidores de la empresa de Mountain View.

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