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La reforma financiera

La parálisis del Congreso diluye la reforma en EE UU

La Administración Obama no ha logrado acelerar la reforma de un marco regulatorio que hoy es el mismo que permitió el colapso de Lehman.

La parálisis del Congreso diluye la reforma en EE UU
La parálisis del Congreso diluye la reforma en EE UU

Año y medio después de la caída de Lehman, las promesas de reformular las normas financieras quedan aparcadas en los dos lados del Atlántico

El jefe de gabinete de Barack Obama, Rahm Emanuel, dijo hace un año que no se puede "malgastar una crisis". Dada la intensidad de la Gran Recesión, y las comparaciones con la situación económica de los años treinta, a nadie se le escapaba la alusión a la rapidez (sus primeros 100 días) con la que Franklin D. Roosevelt aplicó la terapia de choque y estableció los fundamentos del New Deal creando instituciones como la SEC y el Fondo de Garantía de Depósitos. Pese a las intenciones de la Administración, EE UU no ha podido repetir una rápida respuesta y la reforma de la regulación financiera está atascada en el Congreso donde lejos de llegar a acuerdos, se están caldeando los ánimos. John Boehner, líder republicano en la Cámara Baja, dijo hace unos días a los líderes de la banca que lucharan contra una legislación, redactada por los demócratas y que no apoya el partido, que posiblemente no vea la luz antes de un año. Es decir, tiempo suficiente para que la complacencia se instale y se diluya el alcance del cambio.

Por ahora, la Cámara de Representantes ha aprobado una propuesta legislativa, pero el Senado, con el que tiene que conciliar su texto, empezará esta semana a estudiar un último plan que de momento no tiene los necesarios votos republicanos. Boehner puede tener razón con respecto al calendario de una reforma que con varios ejes.

FIRMAS MUY GRANDES. A estas alturas, pocos puntos ponen de acuerdo a políticos, estudiosos y analistas. æpermil;ste es uno: cuando una firma es demasiado grande o interconectada como para dejarla caer, hay un problema. La tesis es que no se puede evitar que existan este tipo de compañías y que hay que controlar el riesgo que suponen. Las propuestas coinciden en crear un Consejo de Vigilancia de la Estabilidad Financiera que estudie los riesgos al sistema e imponer regulaciones más estrictas como unos mayores ratios de capitalización y liquidez. Además se establecería un fondo, aunque no hay acuerdo en la cantidad, financiado por los bancos, para correr con los costes del desmantelamiento de una entidad comprometida y que el Fondo de Garantía liquidaría.

CONSUMIDOR. La protección al consumidor es uno de los caballos de batalla y objetivos a diluir por parte del lobby bancario. La Casa Blanca quería una agencia especializada e independiente con amplia discrecionalidad. Es algo que recoge el plan de la Cámara Baja. En la Alta, la agencia estaría más limitada y se instalaría bajo el paraguas de la Fed aunque su presidente se nombraría por el Gobierno.

DERIVADOS. Las propuestas legislativas ponen puertas a un campo cada vez más grande y con más riesgo sistémico, pero que hasta ahora no tienen ninguna cortapisa. En ambas cámaras se establece que la mayoría de los derivados (estandarizados) se comercialicen a través de mercados o cámaras de compensaciones vigilados por la SEC y la Comisión del Mercado de Futuros.

FED Y SUPERVISIâN. La Cámara Baja, convierte a la Fed en el gran supervisor del nuevo órgano que vigila el riesgo sistémico y le da competencia para estar encima de grandes corporaciones incluso si no son bancos. Eso sí, le obliga a pasar auditorías. El Senado cambiaría su estructura y supervisaría sólo a grandes entidades (más de 50.000 millones de dólares en activos). La banca pequeña y mediana quedaría en manos de la oficina del Supervisor de la Divisa y el Fondo de Garantía. El vigilante de entidades similares a las cajas, desaparece en todas las propuestas legislativas.

LEY VOLCKER. El Senado recoge la propuesta de Paul Volcker de limitar las actividades de la banca comercial en hedge funds, capital riesgo u operativa por cuenta propia. Es algo que Volcker cree que debe aplicarse internacionalmente. Además, la Cámara Alta requiere que los hedge funds que gestionan más de 100 millones de dólares se registren en la SEC y den información de sus maniobras y sus carteras.

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