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A fondo

Endesa, en el banquillo eléctrico

Endesa, en el banquillo eléctrico
Endesa, en el banquillo eléctricoEFE

Un análisis cabal de los efectos de la nevada catastrófica ocurrida el 8 de marzo en Cataluña, no debería obviar un hecho que con frecuencia se echa en saco roto: la importancia esencial de la energía, y muy especialmente, de la electricidad, en las economías desarrolladas (que han progresado, de hecho, de mano de la energía). Aunque el fenómeno meteorológico, extraño por sus dimensiones, dejó sin otros servicios a los ciudadanos de Cataluña, sólo la falta de electricidad adquirió tintes dramáticos. ¿Por qué no se escucharon con la misma intensidad voces reclamando la restitución de los servicios telefónicos?

Evidencias aparte, Endesa, que tiene un historial de sonoros apagones (en otras eléctricas los cortes resultan más silenciosos porque afectan a poblaciones diseminadas), como los de Barcelona en 2006, y otros previos en Andalucía y Canarias, ha sido conducida estos días al banquillo de los acusados. Y todo apunta a que no se librará de una dura sentencia, al menos, por parte de la opinión pública y de los políticos catalanes que echan balones fuera para eludir su propia responsabilidad.

Los hechos son conocidos y algunos detalles dan cuenta de su excepcional dimensión: una tormenta de nieve con alto grado de humedad y vientos de 90 kilómetros por hora congeló el cable de toma de tierra (que, a diferencia de los que conducen la electricidad, están fríos) de la línea de alta tensión Vic-Juià de REE. El cable, que soportó 3.000 kilos de hielo, cedió y desencadenó una catástrofe en "la débil" red de distribución (de media y alta tensión) de Endesa en Gerona. Una provincia que, desde 2004, está catalogada por REE como el punto negro del sistema eléctrico español.

Los datos hablan por sí solos: 33 torres abatidas; 14 subestaciones afectadas; 8.000 kilómetros de cable tocados y 220.000 personas sin suministro eléctrico, muchas de ellas hasta una semana después.

Tras el relato de los hechos, el fiscal de la opinión pública acusa a Endesa de no haber cumplido con sus obligaciones de inversión en un negocio regulado, como la distribución, que funciona en régimen de monopolio natural. Estas inversiones, según los expertos, deberían destinarse a sustituir su antigua red radial, "propia de un museo de la electrotecnia", tal como la califican sus críticos, por otra mallada (o redundante) que habría evitado no ya el apagón (el azar también existe), sino su prolongación en el tiempo. De hecho, la propia REE, con un segundo circuito, logró reponer el servicio de su red en 24 horas.

Endesa se defiende negando la mayor: en Cataluña ha invertido más que el resto de las eléctricas en sus territorios (90 euros anuales por cliente en los últimos cinco años) y atribuye la insuficiencia de inversiones al sistema de retribución de la distribución en España, que no incentiva la calidad del suministro. La eléctrica y el resto de sus rivales se sienten discriminadas respecto a REE, ya que la partida de la tarifa para las distribuidoras (menor ya que la de las primas de las renovables) se incluye en una bolsa que se reparte entre todas. Por contra, REE recibe una retribución por cada instalación que pone en marcha.

Tampoco faltan acusaciones espurias de quienes culpan al Gobierno por haber contribuido a la entrada de Enel en el capital de Endesa. Los antecedentes de la eléctrica en materia de apagones desmontarían una teoría, que, sin embargo, merece ser matizada. Endesa sufrió dos años un turbulento proceso de opas, que afectó a su gestión, y en los dos años posteriores, las disputas de sus dos socios, Acciona y Enel, impidieron una estrategia clara de la compañía. Bajo el control exclusivo de Enel desde julio de 2009, y, dado la fuerte deuda de la italiana, hay quien cree conveniente que los reguladores energéticos (Industria y la Comisión de la Energía) vigilen con lupa las inversiones de Endesa. En su informes sobre la opa de la italiana, la CNE ya alertó de los peligros de que dichas inversiones se relajaran en favor de una política de dividendos expansiva.

Otro argumento utilizado por Endesa en su descargo (del que se ha apropiado la propia Generalitat) es que la situación habría sido muy distinta si se hubiese construido ya la línea de muy alta tensión (MAT) para la interconexión con Francia, con lo que la red de Endesa tendría dos vías de alimentación: esta línea, de 400 kV, y la de la propia REE. Sin embargo, dado que el alcance del apagón no se produjo por la falta de una red de alta tensión (la del operador fue restituida al día siguiente), salvo que Endesa aumente sus ramales, el argumento de la MAT resulta una excusa.

Pero la eléctrica tiene un sólido argumento a su favor y contra de muchos de los municipios que ahora le atacan: las trabas administrativas que estos le imponen (también a REE) para levantar sus redes. ¿Y si el Estado recurriese a la figura del interés general para dar vía libre a ciertas instalaciones?

Los partidos minoritarios catalanes (ER e ICV) se han sumado al pánico pidiendo a los ciudadanos que cambien de compañía. Pero deberán advertirles que sólo pueden cambiar de comercializador, pues el distribuidor es uno e indivisible y las redes seguirán en sus manos. Y sólo un arrebato producto de la crispación explicaría la petición que han hecho estos partidos para que Endesa sea nacionalizada: ¿por parte del Estado o de la Generalitat?

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