Ahorro y energía
Me resisto a sumarme al malestar generalizado tras la cumbre de Copenhague. A pesar de que los Gobiernos mundiales no fueron capaces de ponerse de acuerdo, veo atisbos de que se están dando los pasos para cambiar el modelo energético global. El pasado diciembre, el Consejo de Ministros anunciaba un plan de ahorro energético en 330 edificios de la Administración estatal con el fin de reducir en un 20% el consumo de energía. Al mismo tiempo, la ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Elena Espinosa, presentaba un anteproyecto de ley de almacenamiento geológico de dióxido de carbono, como una medida para aminorar el impacto de las emisiones contaminantes en nuestro país.
Las ayudas impulsadas por diferentes entidades públicas se suman a esta línea de renovación. Existen subvenciones a fondo perdido (concedidas por el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía y las comunidades autónomas) y cabe la posibilidad de financiar estas inversiones a través de las diferentes líneas del ICO u otros organismos públicos, de forma que con parte del ahorro se autofinancia el gasto inicial. Hoy en día, el ahorro en el coste energético pasa ineludiblemente por una gestión profesional del consumo. Aunque la existencia de departamentos específicos dedicados a la selección, control y optimización de las fuentes de energía es todavía anecdótica en nuestro país, la sensibilización con respecto a la problemática es creciente en línea con una preocupación generalizada por la situación medioambiental.
La importancia de la eficiencia energética en la lucha contra el cambio climático puede verse en la iluminación, donde la aplicación de esas medidas hace que sea necesaria menos del 50% de la energía que actualmente se consume, posibilitando que parte de la misma pueda obtenerse a través de energías renovables (básicamente fotovoltaicas y minieólicas).
Lamentablemente, la actualidad nos baja de esa nube de positivismo y nos alerta de que la Administración se encuentra entre los 6.300 clientes de alta tensión que no han contratado su suministro en el mercado eléctrico y siguen acogidos a la tarifa regulada, y esto a pesar de que la aplicación del nuevo modelo entró en vigor el 1 de julio de 2008.
El Environmental Performance Index señala que Suiza, Noruega o Suecia encabezan la lista de los países más eficientes. ¿Dónde está España? En el puesto 30. Sobra decir que, a pesar de que presumimos de ser líderes en la carrera de las energías alternativas, todavía nos queda camino por recorrer.
Jesús Carrasco Peralonso. Director del área de Consultoría de Auren