La sostenibilidad a largo plazo de internet
Lo que es evidente es que los buscadores de internet utilizan nuestra red sin pagarnos nada, lo cual es una suerte para ellos y una desgracia para nosotros." Estas recientes declaraciones de César Alierta, presidente de Telefónica, han avivado el debate sobre la financiación de las inversiones en infraestructuras de conexión a internet.
Los operadores piden rediseñar el esquema de remuneración porque consideran que, mientras ellos realizan toda la inversión en despliegue y mantenimiento, enfrente, las empresas de internet como Google o Yahoo explotan al máximo las redes sin coste alguno para ellas.
Está claro que lo primero que tienen en mente las empresas de ambas posiciones es el reparto de un pastel nada desdeñable. Los beneficios que está proporcionando el sector hacen que todos quieran hincar el diente y maximizar su parte, especialmente en una etapa de cambios de configuración y establecimiento de las bases del futuro sistema. Además, no se puede obviar el componente estratégico entre Europa y Estados Unidos que implica este debate, puesto que a nadie se le escapa que la procedencia de los grandes de internet hay que buscarla al otro lado del Atlántico, mientras que Europa está relativamente mejor posicionada en empresas de telecomunicaciones.
La discusión por el reparto de la tarta no debe ofuscar el punto verdaderamente importante de todo este debate, que no es otro que el de la sostenibilidad a largo plazo de internet. El objetivo debe ser erigir el modelo más beneficioso posible para el usuario, el que le permita acceder a unos contenidos en internet cada vez más intensivos en ancho de banda con la calidad suficiente.
No es una cuestión menor. Incorporamos internet cada vez a más facetas de nuestra vida y, de manera más reciente, lo hacemos a través de la red móvil. Además, las Tecnologías de la Información y la Comunicación se están convirtiendo en un factor productivo indispensable para el desarrollo de muchas industrias, especialmente aquellas intensivas en conocimiento. Sin embargo, no está claro que las infraestructuras se estén preparando suficientemente para acompañar esta evolución y podrían convertirse en un cuello de botella para el desarrollo de internet si no se acometen las inversiones necesarias. Sirva de ejemplo el caso de Estados Unidos, donde la operadora AT&T ha limitado la venta de iPhones en la ciudad de Nueva York por un problema de saturación en la red de datos. El conflicto surge de los incentivos que tengan los distintos agentes económicos a acometer las inversiones necesarias. Hasta ahora, los operadores de telecomunicaciones han sido quienes han ido desplegando las infraestructuras de conexión necesarias, pero cada vez les resulta más difícil justificarlo como una inversión rentable. De este modo, mientras que Cisco advierte que las redes de telefonía móvil se colapsarán dentro de cinco años como consecuencia del incremento de tráfico previsto, las imposiciones regulatorias actuales a las empresas de telecomunicaciones les impiden lanzar fórmulas comerciales que les permitan rentabilizar las inversiones realizadas.
Por lo tanto, es necesario abrir un debate para analizar nuevos patrones que alineen los incentivos entre las partes y que promuevan unas inversiones indispensables para disponer de las infraestructuras adecuadas. Para ello, será indispensable la flexibilización del marco regulatorio actual, pensado para unos niveles de saturación de la red muy inferiores a los que tendremos en el futuro.
Jordi Esteve Bargués. Director del Departamento de Regulación y Competencia de Solchaga Recio & Asociados