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Lealtad, 1

El peligro de volver al error de 1937

De vez en cuando conviene tomar distancia respecto a los acontecimientos. Y, en vez de perder el tiempo en barrocas discusiones sobre acrónimos de dudoso gusto como pigs o stupids, o de buscar conspiraciones, pensar a medio plazo. El problema de la deuda pública no es griego ni español ni europeo, es global. Y no es un problema de este invierno, durará años. Es desde este prisma, y no desde el día a día de los mercados, desde el que se debe analizar la situación.

Es lo que ha hecho Andrew Garthwaite, de Credit Suisse. Según su punto de vista, pese a la tormenta griega, los problemas de verdad llegarán, paradójicamente, cuando la economía mejore; cuando el sector privado empiece a demandar crédito, a competir por el ahorro y los bancos centrales empiecen a subir tipos. Algo que prevé para 2011. Y entonces será cuando los tipos de la deuda repunten y los gobiernos afronten los efectos de los déficit actuales.

El banco insiste en que las necesidades de recortes de déficit para mantener estable la deuda pública sobre el PIB rondarían el 7% en EE UU o el Reino Unido, y son "política y económicamente inaceptables", y sólo atisba dos salidas. La solución a la japonesa consiste en asumir la deflación provocada por la sequía de crédito porque el sector público se lleva la parte del león del ahorro. La segunda solución es monetizar deuda, aceptando mayores tasas de inflación, y limitar por la vía del Banco Central los tipos de interés que se pagan en la deuda pública.

Advierte Garthwaite, para quien España es junto a Grecia, Irlanda, EE UU y Reino Unido los países con los mayores riesgos, que no se debería volver a caer en el error de 1937, es decir, endurecer a un tiempo la política monetaria y la fiscal, provocando una dura recesión. El escenario más probable que manejan es de que los bancos centrales acaben manejando los tipos de interés a largo plazo, vía compras de deuda, para evitar otra recesión.

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