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El plan Salgado debería estar ya en el BOE. No necesita pacto

La negociación de un pacto político para combatir la crisis económica se ha convertido en el núcleo central de la gestión del Gobierno en las últimas semanas, seguramente más con intencionalidad electoral que como instrumento de convicción política. Pero una vez planteado, y dado que suelen ser más caros que una política económica bien diseñada y bien ejecutada, debe contener las reformas de los mercados que la doctrina reclama para sacar a la economía de la crisis con garantías. Las últimas propuestas del Gobierno, todas ellas razonables, deberían estar ya en el BOE: para qué esperar a mañana, si seguro que nadie se muestra en desacuerdo.

Pero lo importante del documento entregado ayer por Economía a los grupos políticos es lo que no está, lo que no se dice porque no se cree en ello. Me apuesto el sueldo a que ningún grupo político se opone a las medidas propuestas del la vicepresidenta económica, Elena Salgado, puesto que son mejoras razonables de las que sólo se puede criticar que no se hayan puesto antes sobre la mesa. Todo el mundo considerará positivo que se incentive la rehabilitación, en vez de incentivar la nueva construcción de vivienda; todo el mundo verá con buenos ojos que se pongan en marchas nuevos mecanismos de financiación a las empresas de pequeño tamaño; nadie rechazará que se estrechen los plazos de pagos de las facturas de la Administración y de las empresas grandes con las pequeñas; nadie se escandalizará por la reducción del IVA en pequeñas actividades que puedan ser intensivas en empleo (aunque todo el mundo rechace que le suban el IVA en julio un par de puntos). ¿Cómo no se les ha ocurrido antes, señores del Gobierno?.

¿Donde está la reforma del mercado de trabajo? ¿Dónde, la revisión del cálculo de las pensiones?. Ya, ya se que me dirán que cada una en su comisión correspondiente, a la velocidad necesaria para que se eternice y se agote la legislatura sin haber hecho nada. Las dos reformas citadas, como otras muchas que también se cuecen a lentísimo fuego en otras tantas comisiones políticas, son tan necesarias, y más determinantes para la recuperación económica que las propuestas de Salgado. Y sin ellas no es posible valorar la verdadera intencionalidad reformadora del Ejecutivo. De gasto público sólo se dice que se reducirá el número de altos cargos, algo que ya se dijo cuando se llegó al Gobierno, aunque se hizo lo contrario lentamente. De la remuneración de los funcionarios, nada de nada, cuando a la gente se se sube el IVA, entre otras cosas, para mantener una administración pública (central y territrorial) ineficiente y con exceso probado de personal.

Las reformas importantes no se van a hacer. No se hará la reforma laboral porque los socios del Ejecutivo en esa materia (los sindicatos) no quieren que se haga. No se hará la reforma de las pensiones porque los socios del Gobierno en esa materia (los sindicatos, aunque se lleven las propuestas al mal llamado Pacto de Toledo) no quieren que se haga. ¿Alguien cree que el señor Gutiérrez, don Antonio, ex secretario general de Comisiones Obreras, actual diputado socialista, con un olfato político de primer nivel, va a la manifestación contra la elevación de la edad de jubilación si unos meses más tarde tiene que respaldarla con su voto en el Pleno del Congreso?. La reforma de las pensiones no toca ahora. Tocará cuando toque, pero no ahora.

Zapatero estaba muy asustado con el meneo que los mercados han dado a España en febrero. Pero buena parte de las cosas que dijo que haría no piensa hacerlas, sencillamente porque no cree en ellas. Eso le honra, aunque siga teniendo que decir uan cosa y hacer lo contrario, o, en el mejor de los casos, nada. Pero es un poco feo darle, eso sí desde Alemania y al lado de la señora Merkel, lecciones de austeridad al Gobierno Griego.

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