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Columna
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Los salarios del miedo en Grecia

Olvídense por un momento de las cifras de película y del drama político y financiero, que teóricamente incluye un plan de rescate de la Unión Europea para Grecia y que vale decenas de miles de millones de euros. Ahora parece que los Gobiernos de Francia y Alemania trabajan en un programa que acabaría costando mucho menos, y que puede ser rentable, si va acompañado como está previsto de una fuerte reducción del déficit griego.

Lo cosa va así. Francia y Alemania se aseguran que sus propios bancos siguen aceptando bonos griegos. Esto ayudará a Atenas a aumentar los casi 45.000 millones de euros que todavía se necesitan este año. Para dar un empujoncito a sus bancos privados en esa dirección, los dos Gobiernos no se basarán únicamente en la tradicional, amistosa pero también firme presión política. También harán oscilar las garantías de las potencias financieras controladas por el Estado: la alemana KfW y la francesa Caisse des Dépots (CDC).

Los bancos franceses y alemanes juntos tienen entre un cuarto y un tercio de los 300 millones de euros de deuda exterior griega, según algunas estimaciones. Mantendrían sus cuotas, pero la acción conjunta también serviría como catalizador, junto con otros miembros de la zona euro que se espera arrimen el hombro en función de su peso económico.

El solo hecho de anunciar este plan hace mucho para enfriar la crisis -los rumores de que estaba en marcha redujeron los diferenciales de los bonos el lunes-. El uso de las instituciones financieras controladas por el Estado se inclinaría ante la carta -si no el espíritu- de los tratados de la Unión Europea que prohíben los rescates directos por los Estados miembros.

Para los bancos comerciales, la compra de deuda griega, que sigue pidiendo prestado del Banco Central Europeo a intereses próximos a cero, podría aguardarles una sorpresa con un gran margen de ganancias. Es probable que se mantengan más altos los rendimientos griegos que los costes de garantías. Sin embargo, los honorarios por escriturar un seguro de crédito soberano daría a KfW, CDC y sus homólogos ganancias, mientras que los inversores que se han retirado de Grecia podrían terminar con pérdidas.

Hay una salvedad importante. Para que el programa sea creíble, la Unión Europea -es decir, esencialmente Alemania- tiene que aprobar todavía el último y más difícil plan de recorte de déficit griego a mediados de marzo.

Pierre Briançon

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