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Columna
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Pocos cambios en France Télécom

Nadie acusa a Stéphane Richard de imprudente. El nuevo responsable de France Télécom ha navegado siempre con destreza en aguas políticas y empresariales galas haciendo poderosos amigos y tejiendo sólidas redes. Asumió la empresa en momentos bajos, dañada por el estancamiento doméstico y sacudida por el escándalo de los suicidios. Aunque ya lleva un año en la compañía, ha dicho que esperará antes de anunciar su estrategia empresarial. Pero France Télécom no está en mala forma y es improbable que el nuevo jefe varíe el anterior rumbo.

Richard puede ayudar a allanar las relaciones con el Gobierno y el regulador franceses. Es más, ya ha empezado tomando las riendas de las relaciones públicas de la empresa ante el conflicto de los suicidios de sus empleados. Irritado por la aparente ineptitud de Didier Lombard, el anterior CEO, para afrontar el conflicto, el Gobierno aceleró la sucesión relegando a Lombard a un papel no ejecutivo.

Richard también ha resucitado planes de inversión por valor de 2.000 millones de euros en fibra óptica que cubrirán la demanda futura en servicios de internet de alta velocidad. Y todo ello, compaginándolo con un esfuerzo de contención de costes, lo cual no satisface al regulador francés. La empresa dice ahora que puede avanzar mientras implementa sus planes para reducir sus gastos de capital.

Richard quizá haga cambios marginales para introducir cautela, atentos a posibles adquisiciones y recortando las inversiones. Para ello cuenta con un nuevo equipo de insaders, nombrados por un ex ministro de cultura.

Pero las acciones están en los bajos límites alcanzados en 2006, cuando la deuda se disparó. Richard necesitará algo más que sus dotes diplomáticas perfiladas en sus 25 años de carrera si quiere convencer a los inversores que la compañía creará valor de nuevo.

Por Pierre Briançon

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