Joaquín Rivero, ¿salida por la puerta de atrás?

La pasada semana Joaquín Rivero comunicó su dimisión como presidente no ejecutivo de la inmobiliaria francesa Gecina. "Habiendo constatado la falta de consenso en el consejo de administración para la continuación de esta política, he decidido apostar por el mercado español", informó el empresario a través de un comunicado. Toma ya. España vive la mayor crisis inmobiliaria de su historia y el presidente de una gran inmobiliaria dice que hay que apostar por el mercado español. Normal que después de decir eso dimita. ¿O no?

Si Rivero dimite por diferencias con el consejo de administración de Gecina por distintas visiones de negocio es porque ahora no es capaz de imponer la suya. Rivero controla el 16,1% de la inmobiliaria francesa -es su primer accionista individual- y su socio Bautista Soler el segundo, con el 15,3%. Metrovacesa, participada por seis bancos españoles más Barclays, tiene el 26,9% de Gecina. La sociedad Predica controla el 8,2% de la compañía gala. Metrovacesa y Predica suman más capital que Rivero y Soler juntos y pueden imponer sus decisiones.

Pero cuando Rivero todavía era capaz de imponer su visión de negocio en Gecina llevó a cabo una operación que vista ahora también puede explicar que el resto de accionistas de la inmobiliaria francesa desconfíen de la gestión de su ex presidente.

"Volverá a ser el número uno", asegura una persona cercana a Rivero

En febrero del pasado año Gecina compró el 49% de la inmobiliaria española Bami, controlada precisamente por Joaquín Rivero y la familia Soler, por más de 100 millones de euros, según se comunicó entonces. De acuerdo a las últimas cuentas presentadas en el Registro Mercantil por Bami, la compañía española tenía una deuda de casi 570 millones de euros a 31 de diciembre de 2008 y activos valorados en 786 millones. La operación fue criticada por accionistas minoritarios. Unos meses después, en mayo, el diario Les Echos publicaba que Gecina había invertido 60 millones en una sociedad española, Bamolo, que en realidad pertenece al mismo Rivero.

Esas operaciones alimentan la sospecha de que Rivero realmente no apostaba por el mercado español, sino por las empresas españolas en las que él mismo tenía intereses. Cuando Gecina llevó a cabo esas operaciones, Metrovacesa ultimaba la reordenación de su accionariado. La banca española tomaba el control de Metrovacesa desbancando a la familia Sanahuja esos mismos días en los que Gecina compraba el 49% de Bami. ¿Hubiera permitido la actual Metrovacesa esa operación entonces? Posiblemente no.

Ahora Joaquín Rivero debe demostrar que realmente su salida de Gecina responde al convencimiento de que es el momento de apostar por el mercado español. Y no que han sido Metrovacesa y Predica los que han presionado para provocar su salida por desconfianza hacia su gestión.

El empresario jerezano se hizo con la presidencia de Gecina después de que en 2005 Metrovacesa, entonces presidida por Joaquín Rivero, lanzara una opa por la inmobiliaria francesa. La operación, valorada en 5.500 millones de euros, inauguró la serie de adquisiciones de inmobiliarias cotizadas que se vivió en España hasta principios de 2007.

Mientras que la mayoría de empresarios españoles que reinaban en el sector inmobiliario español hace tres años están ahora prácticamente desaparecidos, Rivero se mantiene. Luis Portillo abandonó Colonial; Fernando Martín preside una empresa, Martinsa Fadesa, en concurso de acreedores; Román Sanahuja, que retiró de la presidencia de Metrovacesa a Joaquín Rivero a finales de 2007, ha pasado de controlar más del 80% de la compañía a tener menos del 20% mientras lucha por retener sus empresas familiares; Enrique Bañuelos dejó Astroc y emigró a Brasil; Rafael Santamaría trata estos días de refinanciar la deuda de Reyal Urbis y evitar el concurso de acreedores...

"Volverá a ser el número uno del sector inmobiliario español", asegura una persona cercana a Rivero. Sería la mejor forma de demostrar que Joaquín Rivero no se equivocaba cuando recomendaba a Gecina invertir en España.