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Actualidad

Obama finiquita la vuelta a la Luna e impulsa las naves privadas

El nuevo presupuesto para la NASA acaba con el programa Constellation de Bush y lanza la carrera espacial empresarial

Barack Obama acaba con uno de los sueños nacionales de los estadounidenses y de la NASA: volver a la Luna. El presidente de EE UU ha decidido cancelar el programa Constellation, aprobado por George Bush en 2004, un año electoral. El proyecto tenía como meta llevar de nuevo al hombre a la superficie lunar en 2020. Pero además, Obama ha dado un giro radical en la agencia espacial norteamericana apostando, por primera vez, por la colaboración público-privada para fomentar los vuelos en la órbita de la Tierra.

El origen de la decisión se encuentra en la Comisión Augustine, encabezada por el ejecutivo Norman Augustine, convocada por el propio Obama para evaluar la futura estrategia de la NASA. "Ellos descubrieron que Constellation se alejaba de los objetivos y que el programa no nos llevaría de nuevo a la Luna ni en un tiempo razonable ni con un coste asumible", señalaba Charlie Bolden, el administrador de la agencia, en la presentación del presupuesto para 2011. "La realidad es que no estábamos en la senda para pisar de nuevo la Luna", añadió.

El programa abandonado ya había gastado 9.000 millones de dólares (6.570 millones de euros) en el desarrollo de la cápsula Orion -que contaba como contratistas a Lockheed Martin- y de las naves Ares I y V -con las empresas ATK Launch Systems, Pratt & Whitney Rocketdyne y Boeing-.

"La NASA se centrará en proyectos más arriesgados y ambiciosos", señala Maurici Lucena, presidente del consejo de la ESA

La supresión de Constellation podría acarrear también la pérdida de 7.000 empleos, según han denunciado los demócratas y republicanos de los Estados afectados. La NASA tiene su sede principal en la ciudad tejana de Houston, por eso, estos días en los medios de comunicación se han oído declaraciones de políticos diciendo aquello de "Houston, tenemos un problema". Florida, donde se encuentra el Centro Espacial Kennedy, encabezará también el rechazo a la cancelación del proyecto, por lo que no está asegurado que los planes de Obama sean aprobados en el Congreso.

"Comienza la danza de la muerte para el futuro de la exploración espacial humana", se quejaba en un comunicado el legislador Richard Shelby, republicano de mayor rango en el Subcomité de Comercio, Justicia y Ciencias, que tiene jurisdicción sobre la NASA. Los defensores de la cancelación aseguran, sin embargo, que la Agencia podrá dedicarse ahora a investigaciones más arriesgadas que realmente tengan aplicación para futuras misiones.

En realidad, el presupuesto de la agencia crece un 3,8% para 2011, hasta los 13.865 millones de euros, aunque los objetivos hayan cambiado. La agencia apostará por nuevos campos de investigación y cederá, en parte, el transporte espacial a la iniciativa privada, que recibirá 4.318 millones de euros en los próximos cinco años.

"La participación de las empresas debería permitir a la NASA centrarse en los desarrollos tecnológicos más arriesgados y ambiciosos, además de abaratar los costes para la Administración", explica a este diario Maurici Lucena, presidente del consejo de la Agencia Espacial Europea (ESA). "El punto fundamental es que la financiación de la actividad espacial es actualmente, con la excepción de las telecomunicaciones, prácticamente pública en su totalidad y el sector privado será reacio a realizar grandes inversiones hasta que no perciba con claridad que existe un mercado, cuya financiación puede ser pública o privada, que ofrece buenas oportunidades de negocio. Está claro que los vuelos tripulados al espacio tienen un riesgo alto y un accidente podría tener consecuencias muy negativas para un proyecto empresarial privado", añade.

El papel de estas empresas será encargarse de lanzadores y misiones en órbita baja, un ámbito en el que entra el turismo espacial, sector donde el equipo de Obama cree que hay un potencial de beneficios empresariales y yacimientos de empleo. "Creemos que ha llegado la hora de crear un mercado para que empresas privadas transporten tanto carga como seres humanos entre la Tierra y la órbita baja de nuestro planeta", explicaba Augustine cuando presentó las conclusiones de su informe.

De hecho, cinco compañías ya han sido convocadas, a principio de mes, a presentar proyectos para transportar humanos al espacio bajo. Las empresas son Blue Origin (puesta en marcha por Jeff Bezzos, el cofundador de Amazon), Boeing, Paragon Space Development Corporation, Sierra Nevada Corporation y United Launch Alliance (una joint venture de Lockheed Martin y Boeing). Pero otras más se pueden ir sumando si encuentran incentivos suficientes en esta carrera espacial. Estará por ver, además, cómo pueden entrar en el programa del transbordador espacial estadounidense para las misiones a la Estación Espacial Internacional hasta el 2020.

Para Lucena, "si los lanzadores y naves desarrollados por el sector privado son fiables y más baratos, la NASA tendrá la oportunidad de lanzar más misiones y concentrar su energía en aquellos nichos tecnológicos de mayor riesgo y calado, dejando a las empresas privadas los desarrollos de sistemas más económicos y sencillos en su concepción y operación. Desde hace tiempo, algunos expertos afirman que en distintas áreas la industria podría hacer el mismo trabajo que la NASA pero con menos dinero. En los próximos años veremos si están en lo cierto".

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