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Columna
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Reino Unido, a la deriva

¿Necesita dinero? Simplemente imprímalo. El Comité de Política Monetaria de Reino Unido, sin embargo, probablemente decidirá dejar de hacerlo -una pausa, por si acaso-. La decisión dejará a los mercados que juzguen a un país con un crecimiento del PIB mínimo, pero con un aumento masivo de la deuda. La respuesta podría no ser agradable. Los mercados financieros se vuelven contra los Gobiernos con grandes déficits, como Grecia y Portugal.

Cierto que el mayor pecador, EE UU, se escapa por ahora de sus males fiscales, pero su estímulo ha generado crecimiento -diez veces el ritmo de Reino Unido en el cuarto trimestre-. El dólar recupera terreno mientras que la deuda pública de Reino Unido y la libra esterlina no poseen el atractivo de los bonos del Tesoro de Estados Unidos y de ser la moneda de reserva.

El terrible problema de Reino Unido es que los heroicos estímulos fiscales y monetarios no han estimulado. La oferta de dinero en un sentido amplio, una medida dirigida a los préstamos, ha ido disminuyendo. Los bancos se recuperan, aunque todavía no prestan, por lo que los consumidores británicos están preocupados. La gran diferencia entre Reino Unido y los países de la eurozona con problemas es que Reino Unido tiene un tipo de cambio flexible. La devaluación de la libra puede ayudar a estimular las exportaciones, el crecimiento y el empleo. Pero, por otra parte, eso puede entrañar una vulnerabilidad puesto que la moneda podría caer en picado con facilidad.

Reino Unido ha apostado fuerte por la vuelta al crecimiento. El Gobierno espera que los inversores esperen con paciencia aunque los mercados pueden ser implacables. Podría faltar poco para que Reino Unido sufra una crisis preelectoral al estilo griego.

Por Ian Campbell

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