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CincoSentidos

La esforzada vida de los otros campeones españoles

Anónimos amateurs suman éxitos mundiales mientras mantienen sus puestos de trabajo.

La esforzada vida de los otros campeones españoles
La esforzada vida de los otros campeones españoles

Ángel López necesita estar en contacto con el agua. Para este biólogo marino de 30 años, es mucho más que la conocida fórmula H2O. Es su trabajo y su hobby: en ella disputa hockey subacuático, una modalidad que se practica en el fondo de una piscina. López es uno más entre los deportistas españoles que viven en medio del anonimato por el amor a una actividad. Son esos otros ganadores, como la selección femenina de petanca, actual campeona del mundo. El equipo formado por Yolanda Matarranz, Jerónima Ballesta y Rosario Inés ganó en 2008 el título ante Tailandia. O Carlos Rodríguez, clasificado entre los 50 mejores lanzadores de dardos del mundo en el último mundial celebrado en Reino Unido.

Cuando López empezó hace 13 años era uno más en este deporte desconocido. Hoy es miembro de la selección nacional, que cosecha sus primeros éxitos: en el último Europeo de 2008, las chicas fueron primeras y los chicos, cuartos. Aunque queda mucho camino por recorrer, ya que la falta de apoyo obliga a los jugadores a costearse los viajes al extranjero para competir. "No sé si es la falta de oxígeno o el ambiente con compañeros y rivales, pero el hockey subacuático te acaba enganchando", explica.

No sólo de éxitos deportivos vive el hombre. También de habilidades especiales. Por ejemplo, el hombre más rápido del mundo en cálculo mental es un español. Alberto Coto, asturiano de 39 años, posee el récord Guinness en la suma de 100 dígitos (en 19,23 segundos) y en el mundial de cálculo celebrado en Alemania en 2008 quedó campeón en suma, en multiplicación y en cómputo global.

Como no podía ser de otra manera, trabaja de contable. "De pequeño no le daba importancia, pensaba que el resto de personas eran muy lentas al calcular", dice. Hasta que un día vio por televisión a un hombre que calculaba mentalmente y se dio cuenta que él lo hacía más rápido. Hoy participa en campeonatos internacionales, escribe libros y ofrece conferencias.

También se entrena mucho, constantemente. "Me gusta correr maratones y cuando entreno estoy calculando los tiempos. En el supermercado, cuando llego a la caja ya sé lo que me van a cobrar", explica. Su actividad, dice, le reporta la mitad de sus ingresos. La calculadora humana, como le llaman, reconoce que los constantes viajes le privan de tener pareja estable o formar una familia. Aun así, entre algoritmos y fórmulas no se arrepiente de nada.

Pasa muchas horas con un taco entre las manos. Rubén Legazpi, madrileño de 27 años, es uno de los mejores jugadores de Europa de billar a tres bandas. Compagina su trabajo como informático con la práctica de su gran afición. Y no le ha ido nada mal: fue tercero en el último mundial celebrado el pasado diciembre en Egipto y campeón de Europa por parejas en 2007.

Reconoce que gana más por sus ingresos como jugador que por su trabajo, pero debe sacrificar el tiempo con los amigos o las salidas por la noche. "Entreno unas cuatro horas al día o incluso más. Para estar entre los mejores debes practicar mucho", explica. Pero no sólo la práctica, también la psicología es importante: controlar los nervios, estar concentrado y visualizar las jugadas son claves para estar ahí arriba.

Competir contra los prejuicios

"La gente me conoce por ser el chico que juega a ese deporte raro", explica Ángel López. No es fácil huir de las opiniones de la gente. Además de practicar un deporte casi desconocido, muchos campeones anónimos deben luchar contra los prejuicios de su entorno. Algo parecido le sucede a Rubén Legazpi. La mitología canallesca alrededor del billar que han creado películas como El buscavidas o El color del dinero, ambas con Paul Newman de protagonista, no han ayudado a normalizar este deporte. "El billar no tiene muy buena fama. Pero es todo por desconocimiento, la gente no sabe que en los clubes y en los campeonatos está prohibido fumar y beber. Además aquí no apostamos nada de dinero", explica.Las críticas siempre están presentes, según Alberto Coto. A medida que uno tiene éxito aparece la desconfianza. Coto sabe bien lo que puede significar el rechazo para una persona con una habilidad especial, a la que tildan de rara. En muchos de los campeonatos en los que ha participado ha competido con personas que padecen el síndrome de Asperger, una forma de autismo, o tienen problemas en sus relaciones interpersonales.

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