El debate de la pertenencia al euro
En épocas anteriores cuando este país estaba instalado en plena crisis económica, con fuertes pérdidas de competitividad acumuladas, camino de una tasa de paro del 20% y con un déficit público desbocado de más del 10% del PIB, la decisión de devaluar la peseta aparecía como un mecanismo para corregir esos desequilibrios pues, aunque suponía una reducción nominal de precios (empobrecimiento frente al exterior), sentaba las bases para recuperar competitividad, empezar a exportar más y recibir más turistas y así comenzar un nuevo ciclo de recuperación.
Ahora bien, cuando a mediados de la década de los noventa España optó por formar parte de la moneda única europea, estaba aceptando entrar en un área de estabilidad con unas ventajas (ya no nos acordaríamos de los tipos de interés de dos dígitos de antaño) pero también con unas obligaciones a tener en cuenta.
Si nuevamente a lo que nos enfrentamos es a un problema de competitividad y no se cuenta con el recurso de la devaluación, o se produce un ajuste nominal de precios y salarios o el ajuste sólo llega de la forma más traumática vía más reducción de producción y empleo.
No es momento para hablar de las políticas de oferta, de reformas estructurales, de formación y hasta de valores que se requieren para mejorar a medio plazo nuestra competitividad pero, de momento, convendría dejar bien claro cómo se van a articular los recortes de gastos y los sacrificios que se nos imponen por la pertenencia al club del euro. Porque, de otro modo, los mercados financieros, que son muy suyos, igual después de cebarse con Grecia vuelven la mirada a este otro lado del Mediterráneo.
Y el debate no es si pertenecer al euro sí o no (imaginen dónde se irían los tipos de interés y las consecuencias sobre el endeudamiento de familias y empresas) sino que desde ya, se está produciendo un encarecimiento del coste de la deuda soberana española, es decir, de todos los españoles, que drena recursos para otros fines. Urge ponerle el cascabel al gato.
Luis Peña Kaiser. Consejero delegado de Fonditel