Rock in Rio, como en casa
Roberto Medina ha trasladado la sede del mítico festival a Madrid.
Trabaja en un espacio luminoso, acogedor, abuhardillado, en el que dice sentirse como en casa. De hecho, el empresario brasileño Roberto Medina, de 62 años y creador hace 25 años del festival de música Rock in Rio, ha trasladado su cuartel general desde Río de Janeiro (Brasil) a Madrid, donde este año se celebrará la segunda edición del encuentro musical en España. Es curioso, pero debido al acento, su forma de hablar resulta musical.
Contrariamente a lo que sucede en su negocio, ligado al mundo de la noche, confiesa que es un ejecutivo al que le gusta disfrutar del día. "No soy nada nocturno, yo disfruto de la luz del día, provengo del mundo de la publicidad y de la comunicación y soy bastante ordenado en cuanto a hábitos", reconoce. Tampoco tiene manías en el trabajo, salvo que le es complicado desconectar de su actividad diaria. "Siempre estoy pensando en el negocio, es algo que no puedes controlar", afirma. Sólo lo consigue alguna vez cuando camina sobre la cinta, lee o va al cine a ver una película.
Desde hace más de dos años vive en España, un país al que llegó para montar la primera edición de Rock in Rio en 2008. El éxito fue tan abrumador que decidió instalarse en la capital. "Es una ciudad que reúne buenas condiciones, me comunico bien con la gente, la ciudad es bastante internacional y desde aquí puedo afrontar nuevos desafíos de expansión de la marca Rock in Rio. Porque, según explica Medina, el concepto va más allá del de un festival de música, "pretende ser un lugar en el que se concentren y disfruten las familias, que el acceso sea fácil, que las instalaciones sean cómodas y que además se pueda escuchar buena música". Por ejemplo, para este año está previsto como uno de los platos fuertes la actuación, el 4 de junio, de Bon Jovi en España. Más adelante anunciarán el resto de las actuaciones, "a medida que se vayan cerrando".
Rock in Rio ha cumplido las bodas de plata, ha celebrado siete ediciones entre Río de Janeiro, Lisboa y Madrid. En total, 640 horas de música, 536 artistas y más de cuatro millones de asistentes. Cree que la apuesta de este año hará a muchos ciudadanos olvidarse de la crisis. "Es necesario que se acabe el miedo a consumir, hay que volver a recuperar la alegría". Y cita como ejemplo la situación de su propio país, que compara con España. "Aquí estamos ahora en un momento malo, pero en Brasil siempre hemos estado en permanente crisis, pero acostumbrados a ilusionarnos con las pequeñas cosas y buscando nuevos caminos".
A pesar de las dificultades económicas, Roberto Medina es una persona que no se amedrenta. Para 2011 tiene previsto abrir en Polonia y en 2012 se celebrará de nuevo en Río. Cree que la fórmula de éxito tiene que ver con las personas y la comunicación. "Nosotros nos preocupamos de la gente que asiste a los conciertos, no sólo vendemos entradas, sino que disponemos de autobuses que facilitan el transporte público, tenemos aparcamiento propio y controlamos hasta los precios de las bebidas para que no sean excesivamente costosos".
Con la primera edición en España tomó contacto, ahora espera empezar a ganar dinero. "La primera vez fue de tanteo, para ver qué aceptación podía tener la marca, ahora empezamos a conocer nuestras fortalezas y podemos tener capacidad para negociar precios y para consolidarnos". Su origen profesional es la creatividad y se ilusiona con las pequeñas cosas. Le gusta mirar, por ejemplo, el diseño arquitectónico y estético de su ciudad natal. "Me gusta recrearme con estos detalles, no soy nada metódico, no tengo horarios ni para llegar a la oficina ni para irme".
Confiesa que no es un ejecutivo brillante, "sino bastante normal, lo que sucede es que como alto ejecutivo tengo que mirar que todas las ideas sean rentables, para ello tengo que analizar todos los detalles económicos". Considera, además, que la creatividad no es algo divertido, porque tienes que ser responsable con todas las partes implicadas en el negocio, ha de ser efectiva.
Una guitarra, recuerdo de Brasil
Su mesa de trabajo es de mármol blanco, una tonalidad que preside el resto de la estancia. Es un color que a Roberto Medina le agrada para trabajar, en contraste con su atuendo, ya que viste siempre de negro. "El blanco relaja a la hora de trabajar, no te distrae, y el color negro en mi vestimenta obedece a mi falta de creatividad para vestirme, así no tengo que pensar".Al lado de su mesa, y para tener siempre presente el negocio al que se dedica, tiene una guitarra, recuerdo del festival celebrado en Brasil en 2001. También le acompaña, y no sólo como elemento decorativo, una cafetera de Nespresso, "necesito tomar café constantemente y de esta máquina no puedo prescindir". Muy cerca tiene fotografías de su esposa y de sus tres hijos: Roberta, de 31 años, que trabaja en la empresa; Rodolfo, de 33 años, y Raiza, de cuatro años."Me gusta tener a mi familia muy próxima, es de una gran ayuda y hace que cada día me ilusione con una idea nueva". Porque lo peor que le puede pasar a Medina, según reconoce, es jubilarse. "No creo que la edad sea importante, lo prioritario es tener ilusión y proyectos. Los jóvenes no tienen un horizonte abierto". Entre sus retos, expandir su marca en Inglaterra, EE UU y Oriente.