El viraje obligado del BCE hacia el empleo
En plena crisis económica son muchos los analistas que piden a gritos un cambio en los objetivos del Banco Central Europeo (BCE) de forma que atienda también a la creación de empleo en la zona euro además del control de precios, como hace la Reserva Federal en Estados Unidos. Los ortodoxos, en cambio, indican que siempre es más fácil conseguir un único objetivo, como es el de la inflación moderada, que no diluirse en más de un fin, en un área en donde la política económica no es homogénea, al contrario de lo que ocurre en EE UU.
Un análisis de lo conseguido por el BCE desde su nacimiento pone en entredicho a los defensores de la ortodoxia monetarista. El gran mandato que tiene el banco europeo con sede Fráncfort es "mantener la inflación a medio plazo por debajo, pero cerca del 2%". Si se descuenta 2009, en donde la recesión planetaria ha tirado por el suelo los precios de consumo, el IPC se ha mantenido en media en los últimos diez años en el 2,2%, incumpliendo el objetivo del BCE de que estuviera por debajo del 2%. Es decir, el BCE ha practicado una política monetaria relativamente expansiva sacrificando en parte su objetivo de inflación en aras de un mayor crecimiento del PIB.
El servicio de Estudios de La Caixa acaba de publicar un análisis en donde abunda en este asunto, recordando que el BCE "sólo ha conseguido mantener durante un 30% de este periodo la inflación por debajo del 2%" fijado como objetivo. Y es que probablemente se hubieran necesitado tipos de interés más altos de los realmente aplicados en épocas de expansión. De hecho, a esta conclusión se llega si se comparan los tipos de interés del BCE desde su creación en 1998 con los que debería haber mantenido para que se hubiera generado crecimiento económico sin tensiones inflacionistas (los técnicos lo analizan a través de la denominada regla de Taylor), como se expone en el gráfico adjunto. De esta forma, si no se ha conseguido mantener a raya a la inflación cuando el único objetivo era ésta porque se ha atendido también a las circunstancias del mercado de trabajo, lo lógico es que el BCE incorpore a su mandato también la sostenibilidad laboral como hace también la Reserva Federal norteamericana. Al menos, se le daría a los mercados una mayor transparencia, ofreciéndoles lo que ya, de por sí, está practicando veladamente la institución que preside Jean-Claude Trichet. Hay expertos como el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, y el catedrático de Economía Jordi Galí que profundizan en esa tesis e indican que en regiones con mercados laborales poco flexibles, como la vieja Europa, es preferible un doble objetivo (inflación y empleo) que mantenerse exclusivamente con la mirada fija en el control de precios.
Sin cambios hasta abril
Los próximos meses, en donde la economía europea aún andará débil y las tensiones inflacionistas pueden repuntar al son del petróleo, serán un escenario oportuno para ensayar esta cuestión. De momento, el consenso de los analistas pasa por prever que el BCE no moverá los tipos en la zona euro, al menos hasta la primavera, una vez que se vislumbre claramente la recuperación en países de referencia como Alemania. Sin embargo, como dice Jacques Cailloux, economista jefe del Royal Bank of Scotland, es necesario también evitar que su política sea procíclica como ya ha ocurrido recientemente. En cualquier caso una mayor sensibilidad hacia la creación de empleo es incuestionable, dadas las circunstancias.