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Tribuna
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El impacto de la crisis en la banca europea

Joaquin Maudos

El pasado 18 de diciembre, el Banco Central Europeo (BCE) presentó su último informe de estabilidad financiera, actualizando el presentado seis meses antes. Si bien es un informe que abarca a la totalidad del sistema financiero (mercados, intermediarios e infraestructuras), quiero centrar mis comentarios en el sector bancario de los países de la zona del euro. De las más de 200 páginas de que consta el informe, hay dos mensajes claves referidos al impacto de la crisis en la banca europea:

En primer lugar, la revisión al alza de las pérdidas potenciales referidas al periodo 2007-2010.

Y en segundo lugar, la importancia de las ayudas públicas para paliar los efectos de la crisis en el sector bancario.

En el primer caso, el Banco Central Europeo ha incrementado en un 13,3% la magnitud de las pérdidas potenciales de la crisis iniciada en verano de 2007 hasta alcanzar un total acumulado en el periodo 2007-2010 de 553.000 millones de euros (6% del PIB de los países de la euroárea), lo que supone 65.000 millones más respecto a su anterior estimación de junio de este mismo año. Las pérdidas potenciales están referidas tanto a la cartera crediticia (355.000 millones, con un aumento del 9,6% respecto a la anterior estimación) como a la cartera de valores (198.000 millones), siendo la revisión al alza mayor en la segunda (con un incremento de 34.000 millones, es decir, del 21%) que en la primera (31.000 millones).

Si analizamos con detalle la composición de ambas carteras, se constata que el motivo del crecimiento de las pérdidas potenciales reside en la actividad relacionada con el mercado inmobiliario, sobre todo en el segmento comercial.

Si tenemos en cuenta que hasta el momento la suma de las pérdidas reconocidas y las provisiones realizadas (en este caso hasta junio) asciende a 366.000 millones, todavía existe un potencial de pérdidas de 187.000 millones a asumir a lo largo de 2010, cifra nada despreciable y superior a las 180.000 millones reconocidos hasta octubre de 2009. En román paladín, estamos hablando del 2% del PIB de los países de la eurozona. Sería interesante conocer qué parte de esas pérdidas potenciales a realizar en 2010 se imputan al sector bancario español.

Además de los estímulos fiscales y de la inyección de gasto público, la magnitud de la crisis ha obligado a los Gobiernos de los países del área del euro ha instrumentar ayudas adicionales dirigidas específicamente a sus sectores bancarios, en forma de inyecciones de capital público, avales a la emisión de deuda y compra de activos bancarios.

El informe del Banco Central Europeo cifra en 527.000 millones las ayudas públicas a la banca de la euroárea, correspondiendo la mayor cuantía (78,5% del total) a los avales concedidos, mientras que las inyecciones públicas de capital representan sólo el 13,8% del total (72.800 millones). Esta cifra implica que por cada euro de pérdida potencial, ha habido 0,95 euros de ayuda pública, lo que da una idea del importante soporte que la banca europea ha recibido del sector público.

Dada la magnitud de las pérdidas potenciales todavía no reconocidas (recuerden, 187.000 millones de euros), es lógico que los Gobiernos europeos hayan comprometido/anunciado hasta un máximo potencial de 2 billones de euros, por lo que las ayudas hasta ahora realizadas representan tan solo el 26% del total potencial. Si a los compromisos públicos se añaden otros esquemas de ayuda, el Banco Central Europeo cifra en el 27,1% del PIB de la eurozona el total de las ayudas potenciales.

En resumen, si bien el clima de estabilidad financiera ha mejorado en los últimos meses, no hay que bajar la guardia dadas las pérdidas potenciales en 2010. Además, la magnitud de la cifra puede a medio plazo incrementar todavía más los ya de por sí elevados déficit públicos.

Finalmente, el propio Banco Central Europeo (BCE) señala la importancia de acertar en el momento oportuno para la finalización de las ayudas públicas, ya que una salida demasiado tarde puede distorsionar la competencia, mientras que una salida precipitada puede dejar a las entidades muy vulnerables en un entorno todavía de incertidumbre.

Joaquín Maudos. Investigador del Ivie y profesor de la Universidad de Valencia

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