Transparencia en Amadeus
Paul de Villiers compara su lugar de trabajo, limpio y ordenado, con su gestión
El despacho de Paul de Villiers, director general de Amadeus España, es ordenado, claro y transparente, fiel reflejo de un estilo de gestión "que no tiene secretos". Porque si algo le importa a este ejecutivo, según cuenta, es el trabajo en equipo y la cercanía con éste. Le gusta el gesto de puerta abierta en el despacho, aunque con control. "Es importante que haya control, que las reuniones sean con agenda y acta". Tal precisión procede de las enseñanzas aprendidas en un curso sobre gestión del tiempo. "Es peligroso cuando alguien te pregunta si tienes un minuto, eso significa que saques tiempo para una pequeña reunión".
Paul de Villiers se muestra optimista a pesar del delicado momento que vive el negocio aéreo, "que está en declive", pero es de los que piensa que frente a un contratiempo siempre se presenta una oportunidad. Y para Amadeus, ésta se encuentra en las reservas hoteleras o en el alquiler de coches. Otra habilidad que están desarrollando, al igual que la mayoría de las empresas, con gran ímpetu es renegociar con los proveedores una reducción de costes, "en vez de despedir a gente". Porque el secreto, insiste De Villiers, se encuentra en reinventar el negocio, en abrir nuevas líneas de actuación. "Estoy convencido de que saldremos de esta situación y que poco a poco vamos a ir haciendo más negocio y a recuperar posiciones, pero hay que diferenciarse". Para todo ello demanda más creatividad, diferentes formas de hacer las cosas, de afrontar los gastos, renegociar los contratos, todo con tal de no atacar el capital humano.
Todas las áreas de mejora en Amadeus las están detectando los mismos empleados de la compañía, alrededor de 150, que tienen encomendada la tarea de realizar consultoría interna, "ya que son quienes conocen verdaderamente todos los procesos internos". También es momento de hacer autocrítica, "ya que nadie mejor que la propia plantilla para descubrir cómo hacer las cosas bien".
"Para salir de la crisis tenemos que reinventar el negocio, abrir nuevas líneas de actuación, hay que ser diferentes"
Paul de Villiers tiene 44 años, nació en Johannesburgo (Sudáfrica) y lleva afincado en España 21 años. Desde 2006 dirige la filial española de Amadeus. Anteriormente estuvo trabajando en la matriz, Amadeus IT Group, ocupando varios cargos de responsabilidad en diferentes mercados europeos y de Oriente Medio. Estudió ingeniería industrial en Ciudad del Cabo y comenzó su andadura profesional como becario en Andersen Consulting (hoy Accenture), donde se ocupó de procesos internos y de recursos humanos, y en Alexander Proudfoot.
Sus jornadas laborales son largas, comienza sobre las nueve de la mañana y no finaliza hasta pasada las 20.30 horas. Procura realizar una pausa haciendo ejercicio a mediodía. Y no le gusta que su equipo pierda el tiempo, le gusta que los profesionales sean productivos. "Soy de los que van al grano, soy muy directo".
Entre sus objetivos está crecer y mantener la cuota de mercado en las líneas de negocio abiertas y aportar valor a los clientes, con el fin de atender mejor al pasajero. En cuanto a la concentración de agencias y proveedores, asegura que se trata de un proceso normal, sobre todo si compara el dato con el volumen de negocio del sector en Francia, donde cuentan con 4.200 puntos de venta, mientras que en España la cifra en estos momentos es de 8.100. En el camino ya se han quedado más de un millar. "Las agencias pequeñas van a desaparecer, sobre todo las que no están especializadas". El esplendor de las agencias de viajes, según De Villiers, está relacionado más que con el crecimiento económico, con el inmobiliario. "Se compraba un local y en vez de montar una tintorería se abría una agencia de viajes".
Tras este vaticinio, señala que lo que más le preocupa es ser justo con los que trabajan a su lado, aunque reconoce cierta dureza a la hora de conseguir resultados. "Creo en la fuerza del equipo y permito que éste se equivoque porque es importante saber soltar responsabilidades y delegar cometidos". Cree que su estilo de dirección sigue los parámetros del método anglosajón, "caracterizado por compartir información".
Pensadores para la reflexión
Su despacho es claro, en tonos acogedores, los sofás son blancos, la mesa de color beis, al igual que las paredes. Por lo demás, asegura que su lugar de trabajo no está decorado porque no tiene fotografías ni elementos personales. "Me gusta distinguir entre mi vida particular y la profesional, por ello tampoco me llevo trabajo a casa. Conviene tener ambas facetas diferenciadas".Tiene pendiente colgar un cuadro con la Table Mountain de Ciudad del Cabo. Y el único objeto personal son las esculturas de dos pensadores, un regalo que le hizo un amigo holandés. "Me gusta porque simbolizan la reflexión, la necesidad de tener momentos para pensar".Sobre la mesa que está frente a los sofás tiene varios libros de naturaleza, Tierras vírgenes del mundo o el Atlas del mundo. Le relaja sobre todo hacer deporte e ir al gimnasio, actividad que suele practicar casi a diario. "Me preocupa estar en forma y además combatir el estrés que genera el trabajo diario", cuenta De Villiers. Es aficionado a la cocina y también juega al golf.