Latinoamérica ofrece otra oportunidad
Latinoamérica tiene un futuro económico prometedor. Las previsiones para el próximo año vaticinan crecimientos muy superiores a otras regiones del planeta como EE UU, Europa o incluso la pujante Asia, y desde diversas instituciones se da por finalizada la crisis en la zona. Todo ello justifica los planes de expansión de la mayoría de las grandes corporaciones españolas, según se desprende del tercer informe anual del Instituto de Empresa sobre el Panorama de Inversión en Latinoamérica. Así, el 86% de los encuestados reconoce estar buscando oportunidades de crecimiento en alguno de los países americanos. Eso sí: la mayoría apuesta por desarrollos orgánicos más que por adquisiciones de empresas, como corresponde a estos momentos de penuria crediticia.
La diversificación geográfica de las grandes corporaciones que se inició en Latinoamérica está dando buenos réditos pese a la crisis. De hecho, permitirá a muchas salvar el próximo ejercicio, un año que mantendrá su adversidad y dureza en otros muchos mercados, encabezado por el español, donde la crisis lastrará las cuentas de resultados de muchas compañías, sobre todo aquellas con excesiva concentración de actividad en el mercado nacional.
Brasil y México son las dos opciones prioritarias para los negocios en Latinoamérica. El primero cuenta con mejores perspectivas para infinidad de actividades industriales y de servicios, adornadas con la celebración del Mundial de fútbol de 2014 y las Olimpiadas de 2016. El segundo, a pesar de que retardará su recuperación, rentabiliza la alargada sombra que la economía norteamericana ejerce sobre su actividad, además de tener los mejores estándares de seguridad jurídica de los países de habla hispana y la masa crítica que aportan 100 millones de consumidores.
El interés por el resto de países latinoamericanos se mantiene en la agenda de las grandes corporaciones españolas, que aprecian buenas oportunidades de expansión del negocio. Pero los últimos episodios en países en los que ha arraigado un creciente nacionalismo económico generan niveles de desconfianza que desaconsejan la inversión. La seguridad jurídica, cuestionable en varias economías del cono sur, es un desincentivador evidente que tardará en disiparse. En este sentido, el Gobierno español, con una ascendencia reconocida en la región, debería contribuir a suavizar los recelos hacia el comportamiento de determinadas Administraciones sudamericanas, tanto entre las empresas instaladas como las interesadas en hacerlo.
La globalización de la empresa, en un mercado cada vez más amplio, no es una alternativa. Es una exigencia con la que el Gobierno debe colaborar con un plan decidido de ayuda a la internacionalización, con presencia por igual en todos los sectores y todas las empresas, independientemente de su tamaño.