Los claroscuros del turismo
La crisis ha dejado huella en la mayoría de los sectores y de las regiones, aunque no con la misma intensidad. El turismo es un claro ejemplo. Así, mientras que los principales destinos nacionales -Andalucía, Comunidad Valenciana, Cataluña, Canarias y Baleares- han caído en ingresos y en entrada de turistas, Madrid crece. Y no sólo en número de visitantes, sino también en el gasto que se deja cada uno. Lo que explica, sorprendentemente, que a pesar de que la capital ha recibido casi medio millón menos de personas que la Comunidad Valenciana, haya obtenido 600 millones más por esta actividad.
La presencia de vuelos de bajo coste, la diversificación de la oferta más allá del mar y la dependencia de un mercado emisor, especialmente del inglés que se ha retraído con fuerza, explican gran parte de estas diferencias. Los nichos como el turismo cultural, gastronómico, de sanidad, de deporte, etc. han resistido mejor y, sobre todo, han atraído un viajero dispuesto a gastar más dinero. Es algo conocido, y la mayoría de los destinos buscan incrementar estos atractivos. Sin embargo, a veces casan mal con el turismo masivo que llega cada año a nuestras costas. Quizá haya que empezar a optar por el cambio. Y Madrid demuestra que otro modelo es posible.