El petróleo vuelve a disparar alarmas
El precio del petróleo se ha disparado un 115% desde los mínimos que marcó en marzo, cuando el escenario de una gran depresión sobrevolaba las plazas financieras. Ahora mueve sus cotizaciones en torno a los 80 dólares por barril, ya consideradas caras antes de la crisis, y ha comenzado a encender las alarmas de los Gobiernos, los agentes económicos e incluso las autoridades monetarias por si se estuviese incubando una nueva espiral inflacionista. Pero, como antes de la crisis, hay notables condicionantes del precio ajenos al nivel que establecería el juego de la oferta y la demanda. La debilidad del dólar, moneda en la que se hacen las transacciones; la falta de alternativas financieras seguras de inversión, o la especulación que genera la expectativa de recuperación económica global están detrás del súbito incremento del petróleo.
La capacidad de la oferta garantiza que las cotizaciones no deberían subir más. Pero el nivel alcanzado comienza a ser peligroso para endurecer los costes de la industria y dañar la demanda de los consumidores, y poner en riesgo la recuperación. Por tanto, la presión internacional sobre la banca para que se recapitalice, o sobre los países asiáticos para que flexibilicen sus tipos de cambio, debe extenderse a los productores de crudo para que garanticen oferta suficiente a precio competitivo.