De piratas, leguleyos y abogados
Los medios de comunicación están informando con insistencia de que, en esta peculiar actividad de la piratería, el importe de los rescates se negocia con despachos de abogados ubicados en Europa y, fundamentalmente, en Londres. Son los abogados de los secuestradores; y, el que suscribe, que lleva ejerciendo la abogacía más de cuarenta años en bufetes de prestigio, no sale de su asombro.
¿Qué pintan los abogados en estas actividades claramente delictivas actuando por cuenta de los delincuentes? ¿Quiénes son los verdaderos clientes? ¿De dónde cobran sus honorarios? ¿En qué consiste su trabajo profesional? Uno, ingenuamente, se imagina a los abogados fijando los términos de la transacción y redactando los oportunos documentos para que se perfeccione la misma con garantía de cumplimiento de las obligaciones contraídas por cada uno de los intervinientes. ¿Esta operación está sujeta a IVA? ¿Hay por medio avales bancarios o garantías personales? Esto no será así, porque, en el caso de que lo fuera, ¿en qué consiste el trabajo de tales abogados?
Pienso que esta pandilla de advenedizos sin escrúpulos hace un flaco favor a nuestra profesión. Con ellos, la imagen que se traslada de la abogacía -unida a los tópicos que ya arrastra la profesión-, es deplorable.
Al final se nos va a identificar como piratas jurídicos, que no tiene ninguna gracia. Por eso, sería muy conveniente que se informase detalladamente sobre quiénes son tales abogados, de como se llama su despacho, donde se ubican, etc. etc.
Los abogados tenemos que someter nuestra actividad profesional al principio de legalidad y no podemos saltárnoslo a la torera; porque entonces no seríamos abogados, sino delincuentes.
A lo mejor lo que sucede es que se está hablando de despachos de abogados cuando realmente son otra cosa. A mí me gustaría que fuera así, pero intuyo que me equivoco.
Cuando estamos ante una actividad indubitadamente delictiva como es la piratería, en la que está en peligro la vida de personas y en la que entre las alternativas está el abono de un rescate, resulta increíble que intervengan profesionales de la abogacía por mandato de los secuestradores cuyos honorarios son precisamente parte de ese rescate. Así es que cuanto más elevado es el rescate, más cobran. Supongo.
Función completamente distinta, y que merece elogio y respeto, es la de aquellos compañeros que han intervenido en secuestros por encargo de la familia del secuestrado, que han desarrollado una actuación profesional impecable y que han colaborado en la solución del caso sin cobrar un solo céntimo del importe del rescate.
A estos compañeros mi respeto, a aquellos otros mi desprecio.
Alfonso Capdevilla. Socio laboral de Dutilh