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Columna
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BA, Iberia y los viejos interrogantes

Al menos una cosa parecía clara cuando se anunció la fusión de Iberia y British Airways (BA): el déficit de las enormes pensiones de la aerolínea británica no podría consumir las reservas de efectivo de su socia española. Después de todo, el trato contempla que ni el holding que albergaría a ambas compañías ni la subsidiaria española que contiene los activos operativos de Iberia pondrán efectivo en la operación. Pero aunque Iberia no apoyará proactivamente el asunto de las pensiones de BA, ésta seguramente le pedirá que lo haga.

Las responsabilidades en materia de pensiones de las compañías británicas no pueden ser protegidas en su totalidad. Desde el punto de vista de las pensiones, la mejor manera de estructurar la fusión sería crear una sola bestia -en lugar de tres- que probablemente cumpliría las obligaciones en materia de pensiones de BA.

Y esto tendrá ramificaciones en las próximas negociaciones entre la aerolínea y los representantes de los fondos de pensiones. Pronto tendrán que acordar la contribución anual de BA para reducir el déficit de las pensiones, que se ha agrandado desde la última revisión trienal. Algunos analistas consideran que las contribuciones deberían superar los actuales 131 millones de libras para poder finiquitar el asunto en los 15 próximos años.

Los administradores de las pensiones tienen un dilema. Les interesa que se cierre un acuerdo, dado que el balance de la compañía que derive de la fusión será más fuerte y por tanto aportará más seguridad a los pensionistas de BA. Pero si los negociadores son demasiado agresivos en sus exigencias de un aumento de la contribución puede que Iberia ejerza su derecho de retirarse del acuerdo.

Iberia tiene ahora la oportunidad de decir cómo quiere que se gestionen los planes de pensiones antes de vincularse para siempre a BA. Los administradores de las pensiones de la compañía británica y el regulador de ese país no querrán reventarlo. Y siempre tendrán otra bala en la recámara cuando se acerque la revisión trienal de las aportaciones. De momento seguro que no querrán matar a la gallina española de los huevos de oro.

Por Fiona Maharg-Bravo

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