La economía reacciona al 'keynesianol'
Estadística confirmó ayer que la economía española moderó sólo ligeramente su rumbo contractivo en el tercer trimestre, con una caída trimestral del 0,3% y del 4% en los últimos 12 meses, y con una destrucción de empleo de más del 7%, lo que supone que han desaparecido 1,36 millones de puestos de trabajo a tiempo completo en el año. Estamos en el tempo más duro de la recesión, pero ya con la tendencia invertida, con el punto de inflexión superado, lo que supone que la economía repuntará en unos meses, aunque en tasa anual tardará en retornar a los valores positivos al menos tres trimestres.
Tanto consumo como inversión funcionaron mejor en julio, agosto y septiembre que en la primavera, aunque mantuvieron ritmos recesivos muy serios aún. De hecho, y a juzgar por los valores positivos del gasto de las Administraciones públicas, puede concluirse que el pequeño alivio del consumo y de la inversión estuvieron apadrinados por los estímulos fiscales aprobados por el Gobierno, tanto con la inyección de renta directa en los hogares y la bajada de los tipos de interés, como con los programas de inversión destinados a los municipios. La economía, por tanto, reaccionó al estímulo keynesiano aplicado en dosis generosas.
La inversión en bienes de equipo repunta ligeramente en el trimestre pero mantiene un comportamiento anual de severa corrección, así como la inversión en construcción residencial y otras inversiones, mientras que la destinada a obra de infraestructura general, y ferroviaria en particular, toma ya valores positivos. El papel del sector público llega hasta el extremo de que la oferta sólo crece en servicios no de mercado, como sanidad, educación o servicios públicos generales, aquéllos anclados en el presupuesto público.
Pero la economía sigue lejos de la recuperación. La recesión ha tocado fondo, pero no ha terminado la crisis de crecimiento, y menos aún la de crecimiento de la ocupación. Y para ello hay que hacer más cosas que poner estímulos pasajeros a la demanda o a una oferta sin más recorrido productivo que los tres meses que dura el lavado de cara de las calles y jardines de los cascos urbanos.
El Gobierno tiene que acelerar un programa de reformas convincente que ensanche el crecimiento potencial, para que cuando se haya estabilizado la economía, la reacción tenga réplica en el empleo, única herramienta para neutralizar la crisis social y devolver al Estado el equilibrio fiscal. Pero necesitará aliados: sindicatos y patronal tienen que prolongar el pacto para desbloquear los convenios de este año firmado ayer, en un consenso de control de rentas (precios y salarios) por tres años para recuperar competitividad, y remover los instrumentos del mercado laboral para que la contratación fluya en las plantillas a coste razonable y con seguridad y estabilidad también razonable.