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La recuperación sin empleo

Desde septiembre de 2007, en España el número de trabajadores ha caído en casi dos millones, aproximadamente el 8% de la fuerza laboral. El PIB -deflactado y desestacionalizado-, en un 3,2%; como la recesión empezó después que la destrucción de empleo, la contracción económica es inferior al 4,2% de los últimos 12 meses.

Sacar el mismo trabajo con menos personal se ha convertido, desgraciadamente, en una de las características del mercado laboral español en este 2009; quien más quien menos lo ha sufrido en sus carnes. Los economistas llaman a este ratio "productividad aparente". Una cuenta de trazo grueso arrojaría una subida de la productividad en este periodo en el entorno del 5%, si bien es obvio que no se deriva de una mejora técnica u organizativa sino que es consecuencia de la destrucción de empleo, y de un modelo económico que había lastrado la productividad durante años.

En Estados Unidos, donde la crisis es igualmente dolorosa, el aumento de esta productividad aparente ha llegado al 9,5% una vez que el PIB ha empezado a remontar, aunque se siga destruyendo empleo a mansalva.

Las advertencias sobre los riesgos de una recuperación en la que no se crea empleo -aunque a España aún le quedan algunos trimestres para salir del pozo- son comunes en Estados Unidos. Sin un repunte del consumo y de las expectativas, factores en los que las perspectivas laborales son clave, la mejora tiene los días contados.

Pero no faltan los analistas para los que esta tendencia supone que el margen de beneficio del empresario aumenta, lo que a la larga terminará por contratar más, por agotamiento de la masa laboral en un entorno de negocio al alza. Se puede interpretar como una clásica cuestión entre oferta y demanda, o entre el huevo y la gallina. Pero mucho tendrán que cambiar las expectativas en España para que alguien empiece a contratar. nrodrigo@cincodias.es

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