Tacto y vistas en Interfuneraria
Antonio Álvarez dirige la empresa desde un amplio espacio frente al Vicente Calderón.
Toda una vida dedicada al sector funerario. Un negocio familiar que data de 1885 y que ya se encuentra en la cuarta y quinta generación, a la que pertenecen sus cuatro hijos. Antonio Álvarez, abulense, de 68 años, preside el grupo Interfunerarias, que da empleo a 300 personas y tiene una cuota de mercado del 20%. Su despacho está ubicado junto al parque San Isidro y al lado de los cementerios de San Isidro, Santa María, San Justo y San Lorenzo -el grupo gestiona además los tanatorios municipales de las localidades de Valdemorillo, Villanueva de la Cañada y El Escorial-.
Desde unos amplios ventanales observa a diario el estadio de fútbol Vicente Calderón. La panorámica le encanta y le relaja, sobre todo porque reconoce que la ocupación a la que se dedica no es fácil. "No hay muchos trabajos iguales al nuestro, es una actividad que requiere delicadeza, ya que tratamos con personas que sufren". Por tanto, advierte Álvarez, una de las reglas que sigue a rajatabla es dedicar el máximo tiempo posible a todo aquel que solicita sus servicios para hacer más tranquilo ese momento y evitar problemas. "Para todo ello se necesitan profesionales con tacto, con preparación". Tal vez por esa razón, asegura que la quinta generación, esto es, sus hijos, se han preparado a conciencia para gestionar la empresa con profesionalidad; eso sí, siempre bajo la tutela y la supervisión del padre.
Su jornada de trabajo no cesa, está en permanente alerta las 24 horas del día. "Esta compañía no es un proyecto, es una realidad, y requiere de dedicación plena; yo conozco todos los servicios fúnebres que tenemos, estoy pendiente de todos. Para evitar problemas, aunque todo el mundo está cualificado, la cabeza visible tiene que estar encima de todo", señala.
Antonio Álvarez es un empresario preocupado por la formación de su equipo. Por ello, la compañía imparte programas de formación continua, con diferentes cursos, con el fin de mejorar los servicios que prestan. Entre ellos destacan un programa superior de Ciencias Mortuorias, impartido por la Fundación Abbant y la Universidad Rey Juan Carlos; un curso de inglés funerario para atender a clientes extranjeros; otro de protocolo, destinado al departamento comercial, y un curso de decoración floral. Además, el grupo ha establecido un estrecho vínculo con la Universidad de Salamanca, que imparte programas de Tanatopraxia, en el afán de este emprendedor de profesionalizar el sector.
Inquieto y amante de su labor, que califica de necesaria, ha sido presidente del Real Ávila de Fútbol durante cuatro años y vicepresidente de la Cámara de Comercio de su ciudad natal, que el año pasado premió a Interfunerarias como la mejor empresa de la provincia. Se considera un innovador porque hace 35 años, cuando sólo existían en España dos tanatorios municipales, en Barcelona y en Madrid, puso en marcha el primer centro privado dentro de este sector. Recibió numerosas críticas, "hubo comentarios de todo tipo, muchos de ellos porque no se entendía nuestra actividad, pero poco a poco fue calando; lo que ofrecemos es un servicio de gran categoría y profesionalidad y lo que más nos preocupan son las personas".
Recuerda los comienzos, en una pequeña salita en Ávila, y lo compara con los 14.000 metros cuadrados que ocupa ahora en su cuartel general, que acoge 21 salas mortuorias, una capilla, una cafetería y un amplio hall de recibimiento. "La calidad es nuestra prioridad y realizamos constantemente cuestionarios a las familias porque tenemos la certificación ISO 9002, por nuestra coordinación entre los distintos departamentos", afirma Álvarez, que ha creado, además de ocho tanatorios y otros tres en construcción, negocios vinculados al de los servicios funerarios. El grupo, por ejemplo, tiene presencia en el sector industrial, a través de la empresa Álvarez y Lastras, que transforma la piedra natural en distintas aplicaciones, como obras de construcción y de decoración o trabajos de cementerio. Otra de las actividades, a través de Donzoilo, son las flores, negocio especializado en arreglos florales dirigido por su hija María Ángeles Álvarez. "Todo esto son complementos al negocio de los que se ocupan mis hijos, que han decidido seguir con la empresa familiar, aunque yo les asesoro en todo". En cuanto a la competencia, asegura que a los jugadores que van apareciendo se les ataja con servicios de más calidad que el adversario. "Aquí no falta de nada".
Sobre el espacio que ocupa también asegura que no puede ser más afortunado, porque está ubicado en un parque por donde se puede pasear, alejado del tráfico y exento de estrés. "Difícilmente se puede encontrar un sitio como éste para trabajar", dice sin ninguna ironía. El despacho es amplio, se trata de una sala donde no se ha escatimado ningún metro cuadrado. "No lo elegí yo, pero por ser el presidente se optó por este lugar, porque estaba en altura y en la zona administrativa y porque, además, es un lugar institucional". Lo que no mira casi nunca es el estadio de fútbol, "no me da tiempo, estoy siempre muy liado". Asegura que sus estudios, y sobre todo el máster tan de moda en Administración de Empresas, son los que le ha enseñado la vida y la intuición para los negocios. "Soy un hombre hecho a sí mismo". Y orgulloso de serlo.
En el entierro de Amparo Yllana
Asegura ser un hombre de costumbres y de tradiciones antiguas, sobre todo en los rituales funerarios. "No se deben perder las formas ni el protocolo y mucho menos en tan delicados momentos". En su despacho, además de una amplia mesa de reuniones, destaca un cuadro de un concurso de pintura del Hogar de Ávila en Madrid, que él mismo subvencionaba y que finalmente le fue donado.Antonio Álvarez es un maniático del desorden. Y guarda en un rincón especial una foto muy especial, la del entierro de Amparo Yllana, esposa de Adolfo Suárez, en la que aparece él mismo y un grupo de amigos arropando a toda la familia del ex presidente. "Es una imagen a la que le tengo mucho cariño porque, a pesar de ser un momento difícil, ahí estábamos un grupo de amigos de siempre", dice a la vez que se le humedecen los ojos al recordar el instante.Entre sus aficiones destacan el golf y los caballos. Posee la Yeguada Palazuelos Norte, con la que participa en numerosos concursos y con la que obtenido varios premios. Hasta ahora no ha pensado en la retirada y advierte a sus descendientes que su intención es quedarse en la empresa durante bastante tiempo. "Soy muy exigente y tengo obsesión por el trabajo bien hecho y el servicio que se ofrece a las familias, aún queda mucho por hacer".Otro objeto al que tiene apego, como no podía ser de otra manera, es un coche fúnebre en miniatura.