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Columna
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Sobre devaluaciones competitivas

Que quede claro: una devaluación de una moneda es un castigo, no un premio. La caída de una moneda refleja la desconfianza de los inversores hacia el futuro de la economía, materializándose en una salida de fondos del país. La pérdida de valor de una moneda supone un empobrecimiento del país, un mayor riesgo de inflación y, en demasiados casos, un desequilibrio en el balance de los agentes económicos. Al final, es cierto, hay una ventaja comercial en términos de abaratamiento de los productos en el exterior. Pero no compensa esta mejora temporal con los desequilibrios y costes a medio plazo que conlleva.

Pienso en todo esto cuando escucho, por cierto cada vez más frecuentemente, la hipótesis de lo bien que le iría a la economía española si tuviéramos una peseta para depreciarla. Como si fuera tan fácil. Bien, no voy a entrar mucho más en esta hipótesis en mi opinión un tanto disparatada. Prefiero de esta forma analizar otras posibilidades más reales para que la economía española gane la competitividad perdida. Y no me refiero al aumento de la productividad consecuencia del deterioro del mercado de trabajo.

Esta es otra consecuencia negativa que debemos combatir a corto plazo (y corregir a medio). Aumentar el valor añadido de nuestras exportaciones, flexibilizar la producción y distribución y aumentar nuestros mercados exteriores. Además de otras medidas que ahora generan un fuerte debate. Debatir es siempre positivo. Denota que hay un problema que debemos solucionar. El desarrollo de los acontecimientos, el deterioro de la economía ahora y la recuperación marginal después, hará el resto.

Algunos economistas parten de la existencia de una política cambiaria implícita, como son explícitas la política monetaria y fiscal. En mi opinión, no existe una política consistente de tipo de cambio, cuando la valoración de las monedas debe ser dejada al mercado. Lo que no impide que puntualmente se intente manipular el tipo de cambio. Pero esto siempre conlleva riesgos y desequilibrios a medio plazo que no se pueden obviar. En una crisis global como la actual, algunos Gobiernos hacen oídos sordos a la necesidad de que las monedas faciliten el equilibrio de sus balanzas exteriores. Falta demanda final a nivel mundial, lo que lleva a una cierta competencia por aprovecharse de la recuperación actual del comercio mundial. De la misma forma que una devaluación es un castigo, una apreciación debería ser un premio.

Pero, ¿cómo absorber el coste económico a corto plazo que supone una fuerte subida de la moneda? Además, se puede poner como excusa a la intervención que la moneda está sobrevalorada. Siempre he pensado que la intervención en el mercado de cambios matiza pero no cambia la tendencia de fondo. Y también creo que el establecimiento de restricciones a los movimientos de capital, con el objetivo de limitar la subida de una moneda, sólo se puede mantener si tus contrapartidas comerciales lo aceptan.

Pero, ¿qué ocurre si son muchos los países que pretenden limitar el margen de fluctuación de sus monedas? Al final llevaríamos a un riesgo de mayor proteccionismo a nivel internacional. Algo que todos deberíamos evitar. Pero que supone una amenaza más real de lo que muchos creen.

La fuerte caída del dólar de los últimos meses ha llevado a algunos analistas a interpretarlo como un intento claro de las autoridades norteamericanas por ganar competitividad. Estoy totalmente en desacuerdo con esta interpretación. De entrada, porque la economía norteamericana es demasiado cerrada como para beneficiarse de forma importante por la caída de su moneda. Las autoridades norteamericanas han demostrado de forma clara que tienen otras herramientas de política económica más contundentes para combatir la recesión y la crisis financiera. Pero es cierto que pueden ver en la caída del dólar una parte del ajuste necesario (pero no suficiente) para reducir el desequilibrio exterior. Además, se mantiene la máxima de que el dólar es su moneda pero también el problema para el resto del mundo.

Un mundo que confía en la recuperación de la demanda norteamericana como la solución para todos los problemas, olvidando que ellos también tienen una elevada culpa en la crisis actual. Además, la caída del dólar también tiene ventajas para la economía norteamericana en términos de mayor disposición del ahorro exterior. No es descabellado considerarlo como un descuento para comprar activos en dólares. Y sin que esto suponga pagar unos tipos de interés más altos. A corto y largo plazo.

José Luis Martínez Campuzano. Estratega de Citi en España

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