Londres se erige como capital de las demandas por difamación
La difamación se ha convertido en un motivo más para visitar Gran Bretaña. Profesionales, empresarios o directivos de todo el mundo han empezado a interponer sus demandas de difamación en Londres, alegando que la difusión por internet afecta a su imagen en este país.
Si siente que alguien ha dañado su reputación y que la información se ha extendido por internet afectando a su imagen en todo el mundo, incluido en Gran Bretaña, entonces no lo dude. En vez de interponer la demanda en España, hágalo mejor en algún juzgado del Reino Unido. Con ello no sólo se podrá asegurar una sentencia casi siempre favorable, sino además un mayor perjuicio económico a quien le ha calumniado e, incluso, una mejor compensación.
Esto es lo que están haciendo empresarios, directivos, famosos y gente con poder adquisitivo, que ven como su imagen se resiente en sus respectivos países con demasiada impunidad. La capital del shopping, Londres, empieza a convertirse también en centro neurálgico del turismo de la difamación, según The Sunday Times.
La chispa saltó el pasado mes de octubre cuando el Alto Tribunal del Reino Unido obligó a pagar a Hannes Gissurarson, profesor islandés de ciencias políticas, 150.000 libras (167.000 euros) por considerar que éste había injuriado al empresario y compatriota Jon Olafsson. La broma le costó vender su casa para hacer frente a las costas.
El suceso ocurrió en 1999, cuando el profesor mencionó al empresario delante de periodistas de su país en un tono no demasiado halagador. Estos luego distribuyeron la información por internet. Después del suceso, el empresario se mudó a Gran Bretaña y desde allí decidió interponer una demanda por considerar que tales declaraciones afectaban a su imagen en su nuevo domicilio.
El Tribunal Supremo inglés aceptó entonces la demanda y le dio la razón. El derecho inglés, con normas draconianas que priman el honor frente a la libertad de expresión, explica las sentencias favorables a los demandantes y ha originado una fuerte avalancha de peticiones de estos servicios en bufetes de abogados británicos. Otras normativas, como la estadounidense o incluso, la española, hacen prevalecer más la libertad de expresión. Además, el hecho de que el único requisito para llevar un caso de este tipo a los tribunales británicos sea demostrar con pruebas que la persona calumniada tiene una imagen que salvaguardar en Gran Bretaña, lo convierte en algo tan sencillo como rápido.
Tras el caso del profesor islandés, han surgido nuevas demandas: desde un político palestino que ha aprovechado su estancia en el país para defenderse de la televisión de Al Jazeera, hasta un ciudadano griego que lo ha hecho contra The New York Times o un tunecino que se ha enfrentado al periódico Die Zeit. Sin duda, esto puede ser el comienzo del iceberg que puede colapsar los juzgados británicos.
Ventajas de interponer un pleito en Gran Bretaña
El empresario islandés que ha desatado el turismo de difamación en Londres ha obtenido con este caso 90.000 libras (100.000 euros) por daños y perjuicios, pero sobre todo ha conseguido que nadie -ni en su país, ni en ningún otro- ponga en tela de juicio su honorabilidad, a menos que quiera correr el riesgo de perder el caso y asumir la sentencia con sus respectivos costes.La compensación económica que recibe el injuriado es una de las ventajas de interponer una demanda en el Reino Unido, pero no es ni mucho menos la más importante. La disuasión por el alto precio que suponen las costas del juicio en Gran Bretaña, puede resultar, incluso, más impactante.Según estimaciones elaboradas por The Sunday Times los costes de tres semanas de tribunales por un caso de difamación rozan casi los cinco millones de euros, lo que convierte al sistema judicial británico en uno de los peores para padecer una demanda por injurias y uno de los mejores para ponerla en marcha. Según estudio de la Universidad de Oxford, elaborado el pasado año, las demandas por difamación son 140 veces más caras en el Reino Unido que en el resto de los países europeos. Para quienes poseen un alto poder adquisitivo y pueden contratar bufetes de abogados internacionales, sin ocasionarles un quebranto económico, el riesgo además de que la sentencia salga a su favor es mínimo, porque las leyes inglesas son más restrictivas en cuanto al honor se refiere.Probar, además, que la imagen de una persona se ha visto afectada en el país británico no es ni mucho menos un problema con el impacto que tienen actualmente las nuevas tecnologías e internet en la opinión pública.
Gasto disuasorio
Los costes estimados de un pleito completo de difamación que dure tres semanas en Gran Bretaña ascienden a unos cinco millones de euros, frente al casi millón de euros en Irlanda o los 52.000 euros de Francia. En España, el coste suele ser más reducido.