Papá, ya no quiero ser funcionario
Hasta ahora decían que lo que les gustaba era tener un trabajo de por vida, con el sueldo garantizado y, a ser posible, no pegar ni chapa. æpermil;se era el deseo inicial de los jóvenes españoles, la generación mejor formada de este país, a quiénes la búsqueda de un primer empleo parecía darles vértigo. Es normal que esa sensación aparezca porque hay momentos en los que el abismo, sobre todo cuando hay carencia experiencia profesional ni vital, pesa más que el deseo de comerse el mundo.
Recuerdo cuando estudiaba la carrera y me enfrentaba a la búsqueda del primer empleo, casi todo me daba miedo, pero lo que no recuerdo es que quisiera ser funcionaria. Hasta hace bien poco, las nuevas generaciones expresaban su deseo de ocupar un puesto en la Administración Pública, como así se ponía de manifiesto en diversos estudios. Uno de ellos, elaborado por la consultora PeopleMatters, señalaba la enseñanza y la sanidad, donde buena parte del empleo lo genera el sector público, como los sectores más atractivos para colocarse.
Ahora parece, tal vez con la crisis y con la escasez de oferta de empleo tanto en el sector público como privado, que los jóvenes creen que es hora de tomar las riendas de su carrera profesional y lanzarse a desarrollar su vena emprendedora. Los datos presentados por la Fundación Bertelsmann esta semana en un informe sobre la relación de los jóvenes españoles con la cultura emprendedora, así lo pone de manifiesto.
El 59% de éstos, de entre 18 y 30 años, ha pensado más de una vez en montar su propio negocio. Una buena noticia, sin duda, sobre todo porque desde distintas asociaciones de jóvenes empresarios se venía reclamando la participación de manera activa de las nuevas generaciones en el tejido empresarial. Lo único que les echa atrás es la falta de financiación y sobre todo la dificultad para encontrar inversores para su proyecto empresarial. Claro que sin financiación difícilmente van a poder sacar adelante ningún negocio.
Ahora que existe una intención clara de emprender nuevos negocios por parte de los jóvenes profesionales sobradamente preparados, sería una pérdida importante que, por falta de respaldo económico, no se vieran cumplidos esos sueños empresariales, que tanto necesitamos para darle robustez a nuestro tejido empresarial. Competimos en un mundo global, pero se requiere nueva savia empresarial local.