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Crónica de Manhattan
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Una ayuda con la compra

Costco es un hipermercado donde el jamón de york se compra de medio en medio kilo, los huevos en paquetes de dos docenas y el papel higiénico en lotes de 40 unidades. La calidad, el ahorro y la conveniencia hacen que sea muy popular entre familias numerosas que vigilan sus presupuestos (además de restaurantes y grandes cocinas). Sin embargo, no ha sido hasta hace unos días que Costco ha empezado a hacer a nivel nacional lo que otros supermercados, incluso algunos orientados a clientes con amplios recursos, ya hacían: aceptar cupones federales para alimentos.

Después de años poniendo pegas técnicas para evitar este programa federal de ayuda social, ahora su consejero delegado, James Sinegal, afirma que "es lo que hay que hacer".

Es un buen momento para tomar esta decisión porque en el actual clima de recesión, digan lo que digan las últimas cifras del PIB, son casi 36 millones de personas, ocho millones más que en 2008, las que reciben unos cupones con los que se ayuda a llenar la cesta de la compra.

El crecimiento de beneficiarios desde que comenzó la recesión ha sido histórico. Solo en Nueva York, una ciudad rica en cuestionables contrastes, hay 1,6 millones de beneficiarios, una cifra que sobrepasa el pico alcanzado en 1994.

Bill Thompson, el interventor de esta ciudad y ahora candidato demócrata a la alcaldía, ha sido uno de los que más ha presionado a Costco. Según Thompson, dada la situación económica, estos cupones se han convertido en una parte crítica de la red de social ya que no solo son los pobres los que usan este ayuda sino los llamados working poor, los trabajadores a los que el salario no les llega, y a los que hace tiempo que no encuentran trabajo.

Así es, desde hace unos años, la mayoría de los beneficiarios de los cupones de comida no lo son, también, como en el pasado, de otros programas de subsidio social.

La ayuda federal no es excesiva, sobre todo para una ciudad tan cara como Nueva York. La media mensual de estos cupones es de 133 dólares por persona y unos 293 dólares para familias que vivan hasta un 130% por encima del umbral de la pobreza (2.389 dólares para hogares con cuatro miembros). Algunos estados han subido ese porcentaje para que haya más beneficiarios.

En Nueva York, los gobiernos demócratas del estado y de la ciudad, además del alcalde independiente, Michael Bloomberg, han facilitado que más residentes tengan oportunidad de acceder a este programa. Eso ha invertido la política más restrictiva de Rudolph Giuliani, motivo por el cual el crecimiento ha sido tan notable. Desde 2004, además, estos cupones se contienen en una especie de tarjeta como las de los bancos, algo que elimina los reparos a usarlos.

Los cupones se empezaron a usar durante la Gran Depresión y luego con John. F. Kennedy, pero fue una especie de ensayo que no se institucionalizó hasta que en los sesenta Lyndon Johnson declaró la "guerra contra la pobreza" que cristalizó en los programas de la "Gran Sociedad" .

El año pasado, Washington gastó en esta ayuda unos 37.500 millones. Ahora, su rápido crecimiento parte del difícil cuadro médico de la economía.

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