Telefónica critica a Vivendi por su intento de entrada en Brasil
El presidente de Telefónica, César Alierta, dirigió el viernes duras palabras contra su antiguo aliado, Vivendi, por su intento de entrar en telecos en Brasil. "Ha sido una sorpresa. Ahora no estamos muy ilusionados con Vivendi", dijo. Pese a ello, Telefónica sigue interesada en Digital+. La negociación para comprar una participación minoritaria "va por buen camino".
Las relaciones entre Telefónica y Vivendi han quedado muy dañadas. ¿La causa? Las intenciones de la compañía francesa de medios de entrar en Brasil con la compra de la operadora de telefonía fija y banda ancha GVT y convertirse en rival de la española en su principal mercado en Latinoamérica.
Telefónica reaccionó a los movimientos de Vivendi con una contraoferta por GVT por 2.550 millones, un 14% más que la francesa. Los hechos estaban claros, pero hasta ahora nadie les había puesto palabras. El viernes esto cambió. Alierta no lo dudó cuando fue preguntado por la actitud de Vivendi: "Para nosotros fue una sorpresa. En estos momentos no estamos muy ilusionados con Vivendi", aseguró, en un encuentro con periodistas en Sevilla.
Los caminos de ambas compañías se han separado. Pero, pese a ello, Telefónica sigue "interesada" en comprar una participación minoritaria en Digital+, la plataforma de televisión de pago del grupo Prisa, editor de este diario. "Lo hemos dicho por activa y por pasiva: estamos interesados", remarcó. "Las negociaciones van por buen camino". La diferencia es que ahora la operadora negocia en solitario y en su nombre con Prisa, cuando antes Vivendi lideraba los contactos, ya que la francesa iba a ser el socio mayoritario en un consorcio con Telefónica. A partir de ahí, "las negociaciones que tenga el grupo Prisa con terceros no son asunto nuestro".
También va por buen camino la opa lanzada por GVT, pese a que Vivendi no ha renunciado a seguir peleando. Es más, tiene el permiso de su consejo para lanzar una contraopa. Telefónica está convencida de que su oferta "es la más beneficiosa para los accionistas de GVT y para sus gestores y empleados", estos últimos por las potencialidades que tendrán al fusionarse con la filial de telefonía fija de la española en el país, Telesp.
En materia de adquisiciones, todavía hay una más que está muy cerca de hacerse realidad. Se trata de Hansenet, la filial de banda ancha de Telecom Italia en Alemania. "Estamos en la etapa final de la negociación de precios", explicó Julio Linares, número dos de Telefónica. El problema es que esta etapa se está dilatando, pero el directivo le restó importancia: "El precio siempre es la parte más complicada", señaló.
Dividendo
El presidente de Telefónica hizo una fuerte defensa de la decisión de la operadora de primar el dividendo sobre la recompra de acciones. "Se cobra en efectivo y es recurrente", aseguró. La recompra se valorará cada año si sobra flujo de caja.
Inversión a cambio de regulación
Frente común de las grandes telecos europeas ante Bruselas y con Telefónica como líder. El presidente de la operadora española, César Alierta, en nombre de la patronal de los ex monopolios europeos, pidió a Bruselas un cambio en su política y en la regulación. Como contrapartida, las telecos ponen un millón de empleos encima de la mesa y fuertes inversiones, ya que se necesitarán 300.000 millones de euros para desplegar las nuevas redes de banda ancha, tanto fijas como móviles.Las operadoras están dispuestas a hacerlo, igual que en el pasado han mostrado su compromiso inversor, pero piden, a cambio de asumir los riesgos de demanda y de recuperación de lo desembolsado, que la regulación europea sea equilibrada y que incentive la inversión.Y lo piden de forma oficial, por escrito y con la firma de 37 ex monopolios o líderes nacionales europeos. El documento lleva por nombre "Declaración de Sevilla" y es el resultado de la segunda reunión de primeros ejecutivos de las operadoras que forman la patronal ETNO, reunidos el jueves y el viernes en la ciudad que da nombre a su reclamación. Los firmantes no piden a la CE un cambio de personas, pero sí de política para crear las redes de banda ancha del siglo XXI.