Eficiencia energética
una tecnología con dudas. Pocos saben que el coche eléctrico fue anterior al de gasolina, aunque las desventajas tecnológicas le hicieron perder la partida. Todavía hay muchas incógnitas por resolver, como su capacidad de almacenamiento, su autonomía y su recarga. Y, lo que es peor, el precio
Cuando nos paramos a pensar en los grandes problemas energéticos mundiales, como la posible escasez futura de recursos naturales para una población mundial en aumento constante y las consecuencias del calentamiento global del planeta, ya demostrado científicamente, el gran discurso que aparece sobre la mesa es el desarrollo de nuevas fuentes de energía limpias. Al mismo tiempo, ya han aparecido voces que cuestionan si estamos utilizando bien la energía que generamos, es decir, si aprovechamos en un porcentaje alto cada kw/h que producimos y si somos capaces de ahorrar energía o de guardar aquélla que nos sobra en todas las actuaciones que llevamos a cabo para el desarrollo sostenible del planeta.
Europa es la primera región mundial en analizar la utilización eficiente de la energía y los números demuestran que tenemos mucho que avanzar en este campo. La realidad nos dice que estamos aún muy lejos de alcanzar altas eficiencias debido a factores tecnológicos y psicológicos, y no olvidemos que la energía que se dedica al transporte representa un porcentaje muy elevado de la total consumida por todos los habitantes del planeta.
Ahora bien, ¿los vehículos eléctricos son la solución? Los grandes fabricantes de vehículos comenzaron a desarrollar alternativas limpias y más eficientes a los tradicionales motores de explosión a comienzos de los años noventa. El gran impulso vino dado por los países con una mayor concienciación medioambiental y, qué duda cabe, por las grandes ventajas energéticas de los motores eléctricos frente a los de explosión. Se desarrollaron muchos prototipos de vehículos eléctricos y se analizaron y ensayaron múltiples variables relacionadas con la autonomía de los vehículos, tiempos de recarga de las baterías que proporcionaban la energía para su tracción, maniobrabilidad de los mismos, etc. Las conclusiones resultaron claras: el único factor que frena el desarrollo de vehículos eléctricos es que la tecnología de baterías existente en aquellos momentos no proporcionaba las prestaciones adecuadas a los usos de los conductores acostumbrados a los coches tradicionales con motores de explosión. Más concretamente, fallaba la posibilidad de disponer del vehículo en cualquier momento y la capacidad limitada de carga útil del automóvil por el gran volumen y peso de las baterías. Y en aquellos momentos no se daban las condiciones políticas y sociales adecuadas para una reeducación del usuario de vehículos tradicionales.
Hoy en día, el gran cambio que estamos observando en nuestra sociedad es la concienciación global sobre la necesidad de hacer algo para preservar nuestra sociedad del bienestar. Es decir, actualmente no solamente los fabricantes de vehículos, universidades, centros tecnológicos y empresas relacionadas con el sector trabajan activamente en la consecución de sistemas de movilidad eléctricos. Hoy en día existe un debate público abierto sobre este tema, en el que además de los anteriores participan políticos, periodistas, sociólogos, usuarios, grandes empresas del mundo de la energía y, en general, todo tipo de organismos y entes públicos y privados con una motivación encaminada al desarrollo de alternativas limpias al transporte tradicional.
A la consolidación, bastante real, del desarrollo de vehículos eléctricos e híbridos en Asia, con Japón a la cabeza, se une ahora el esfuerzo titánico en inversiones que está realizando el gobierno de los Estados Unidos donde, además del apoyo tradicional a la industria automovilística, ha comenzado un programa de gran magnitud de ayudas a la industria de la batería, elemento clave del éxito futuro de este sector. El mercado potencial es enorme y las posibilidades de éxito empiezan a vislumbrarse en el horizonte.
Los sistemas de baterías actuales no son solamente las pilas tradicionales puestas en series y en paralelos. Son sistemas complejos que incluyen, además de las celdas electroquímicas, unidades de protección eléctricas y electrónicas, dispositivos avanzados de gestión térmica e interfases mecánicas variadas en función de cada modelo de automóvil. Así pues, cada batería, incluyendo todo lo enumerado anteriormente, debe pasar unos procesos estrictos de diseño, validación y homologación que ofrecen a los usuarios finales un elevado grado de seguridad en sus prestaciones y que hacen que cada sistema pueda adaptarse perfectamente a cada aplicación concreta para cubrir todas las necesidades energéticas de los vehículos eléctricos e híbridos y, por tanto, a los nuevos usos y costumbres que deben surgir ante el nacimiento de un nuevo modo de entender el transporte amigable con nuestro entorno.
Joaquín J. Chacón Guadalix. Director general de Saft Baterías