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Esa sensación de 'déjà vu'

Todos lo hemos tenido alguna vez. Es ese fenómeno psicológico en el que se tiene la sensación de haber vivido algo antes. Y resulta inquietante porque parece real. El problema es que en el mundo de los productos financieros puede llegar a serlo. Y, francamente, puede llegar a ser inquietante.

Cuando uno ve las campañas que están lanzando las entidades para vender fondos garantizados tiene la sensación haberlo vivido antes. Esos anuncios diciendo que se va a ganar mucho sin correr riesgo, esa letra pequeña que en algunos casos recuerda las cláusulas de los contratos de Groucho Marx ("la parte contratante de la primera parte …."), esas condiciones en las que se juntan como referencia grandes valores de Bolsa con un chicharro, o referencias a índices de Bolsa descorrelacionados, casos ambos en los que sólo un milagro puede hacer que se muevan en la misma dirección (condición necesaria para que se gane dinero).., en fin, un catálogo de despropósitos que siempre acaba en lo mismo: inversor frustrado que al final comprueba que, efectivamente, eran productos seguros, pero no sólo por no perder, sino porque aseguran ganar muy poco.

No todos los garantizados son malos. Siempre hay algún producto interesante, pero suele ser la excepción. Generalmente son un claro ejemplo de lo que se denomina conflicto de interés: le interesan muy poco al inversor y mucho a la entidad que los comercializa. Para éstas son un chollo. Cobran comisiones por todos lados, incluso de gestión (¡en un producto en el que no se realiza gestión alguna!), generan clientes cautivos y se venden solos. Es comprensible que las entidades estén locas por colocar garantizados. Lo que no me explico es porqué éstos los siguen comprando. ¿Será porque piensan que esa sensación de haber salido escaldados es un déjà vu?

Víctor Albargonzález. Director general de Profim

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