Al Santander no le conviene derrochar
El Santander ha demostrado cumplir con los tiempos con la obtención de 7.000 millones de dólares por parte de su filial brasileña. Ahora los inversores se están empezando a preguntar qué será lo siguiente que haga Emilio Botín. Habiendo sabido sacarle provecho al momento de vender, tiene ahora amplios fondos para hacer de comprador.
El banco dice que la mayoría de lo que se ha recaudado con el acuerdo se reinvertirá en el negocio flotante, del que el Santander retendrá un 86%. El ratio Tier 1 del Santander de Brasil es de un 10%, aunque el índice podría encogerse rápidamente si la entidad alcanza, como se espera, un crecimiento de dos dígitos en su cartera de préstamos.
Pero los inversores ya están especulando con que Santander está tanteando volver a salir de compras. Sus zonas de caza más obvias son el Reino Unido, Alemania y Polonia. El grupo ya posee Abbey en Gran Bretaña y no dejó escapar a su rival Alliance & Leicester. Puede que la Comisión Europea fuerce pronto al Royal Bank of Scotland a que se deshaga de su cuota de mercado en el negocio de los préstamos de pequeño y medio tamaño. Y Santander no ha escondido su intención de impulsar su negocio de pequeños préstamos.
Las adquisiciones pueden ayudar también al Santander a ganar peso en México y EE UU. Pero al banco le resultará más complicado sacar negocios allí. Aún tiene que concentrarse en Sovereign, su filial estadounidense, y demostrar lo que vale. Sus dos objetivos perennes en México -Banamex, de Citigroup, y Banorte- no están en venta.
Este puede parecer ser el momento de salir a cazar gangas, pero la gran recuperación de los mercados financieros de este verano puede haber inflado las expectativas de los vendedores más allá de lo que el Santander pudiera considerar sensato pagar. Aunque el banco está bien capitalizado, con un ratio de capital Tier 1 del 8,1% a raíz de la oferta inicial pública brasileña, el futuro marco del capital de los bancos aún no está claro. Además, aún está cayendo una tormenta de malos préstamos en el mercado español. Ante este telón de fondo, el Santander tendría que pensárselo dos veces antes de romper el cerdito para salir de compras.
Fiona Maharg-Bravo