Los incentivos al trabajo frente al paro
Según datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE), correspondientes a septiembre, el desempleo aumenta (80.367) y sitúa la cifra total en 3,7 millones de desempleados, con un incremento en los últimos 12 meses del 41,2%.
Los beneficiarios de prestaciones por desempleo son más y con mayor cobertura. Así, el número de personas que perciben algún tipo de prestación económica en el mes de agosto (los datos se publican con un mes de retraso respecto al paro) ascienden a 2,7 millones, frente a 1,8 millones que se registraron en el mismo mes del año anterior, lo que representa un aumento de 854.000 beneficiarios (46%). La tasa actual de cobertura es del 76,65%, según el SPEE, con un aumento de 1,42 puntos porcentuales.
Para paliar el drama de los desempleados de larga duración el Gobierno aprobó, el pasado mes de agosto, el Programa Temporal de Protección por Desempleo e Inserción, que trata de facilitar la cobertura económica, con carácter extraordinario, a personas en situación de desempleo, que hayan agotado la prestación por desempleo contributiva o el subsidio, y que adquieran el compromiso de participar en un itinerario activo de inserción laboral y que carezcan de rentas superiores a 468 euros mensuales. Mucho se ha escrito, por parte de determinados expertos, sobre la eficacia de esta medida por entender que quizás podría desincentivar la búsqueda activa de empleo.
La relación entre la protección económica por desempleo y la duración del desempleo, que a menudo se suele interpretar como una posible desincentivación, puede, en parte, estar reflejando algo distinto. Así, uno de los efectos que predicen los modelos de búsqueda es que el seguro de desempleo impulsa a continuar buscando empleo a personas que de otro modo abandonarían el mercado laboral, es decir, se desmotivarían. A este respecto, las personas quizás podrían dejar de buscar si el salario que le ofrece el mercado es inferior al coste de la prestación económica que percibe por parte del SPEE.
Por ello, es difícil creer que los 420 euros mensuales sean suficientes para desanimar a una persona a buscar empleo. Máxime teniendo en cuenta que el salario mínimo interprofesional es de 624 euros al mes. Según la OCDE, este tipo de medidas ayuda a mejorar los incentivos de trabajo, y si además las prestaciones económicas que se perciben son subordinadas al ejercicio de una actividad, como es el caso, todavía más. No debemos olvidar que uno de los requisitos para acceder a este tipo de ayudas consiste en suscribir un compromiso de actividad de mejora de la empleabilidad y realizar las distintas actuaciones que determine el servicio público de empleo de su comunidad autónoma, en el itinerario activo de inserción laboral.
Determinados expertos que realizaron un análisis en EE UU vienen a concluir que en relación al impacto del desempleo en el consumo de los hogares estadounidenses, el pasar a la situación de desempleo solía ir acompañado de una reducción del consumo del 22%, pero que, en el caso de los desempleados cubiertos por el seguro, esta baja era sólo el 6,8%.
Y por su parte, en comparación con otros estímulos, como la exoneración en el impuesto sobre los ingresos, han calculado que el régimen de seguro de desempleo era en EE UU al menos ocho veces más eficaz que una reducción de impuestos como medio de contrarrestar los efectos adversos de una recesión.
Los efectos del desempleo no sólo afectan al individuo, ya que también queda demostrado que es negativo para la economía por producirse una reducción de la demanda por la pérdida de poder adquisitivo de las personas afectadas por el desempleo.
Por ello, en los sistemas de protección social modernos, las prestaciones subordinadas al ejercicio de una actividad formativa dirigida a mantener o mejorar la empleabilidad constituye un instrumento que puede contribuir a favorecer a las personas en paro, en particular aquellas más necesitadas, y mejorar sus posibilidades de reincorporación laboral. Además de ofrecerles unos ingresos, este subsidio tiene importantes efectos macroeconómicos anticíclicos: ayudan a mantener el nivel de consumo en los hogares (o al menos que no descienda más), y a su vez, contribuir a la cohesión social evitando una posible crisis social de consecuencias dramáticas.
Vicente Castelló Roselló. Profesor de la Universidad Jaume I de Castellón