La corazonada que no pudo ser
No pudo ser. Aunque no partíamos como favoritos para celebrar los Juegos Olímpicos de 2016, yo tenía la corazonada, sobre todo después de la espera tan emocionante y una vez descartada Chicago, que el sueño de Madrid, no de todos porque hay gente que no los quería, que Madrid sería ciudad olímpica. A mí me hacía ilusión que mi ciudad viviera ese acontecimiento que, según cuentan los que lo han vivido, los barceloneses, por ejemplo, ha sido único. Y también, ¿por qué no?, para que las obras de Gallardón tengan una fecha de finalización.
Tal vez sea una buena noticia que los Juegos se los haya llevado Río de Janeiro, pero en el fondo tenía la corazonada, no sostenida sobre ninguna base empírica, de que nos los iban a dar. Me hacía especial ilusión porque me iba a apuntar a ese listado de voluntarios para cooperar en lo que hiciera falta en la organización y desarrollo de estas competiciones. Conozco a mi alrededor gente con ganas de vivir ese momento único, en el que todos arrimamos el hombro por una causa, y que se han sentido decepcionados con la derrota.
En momentos como el actual, en el que muchas empresas le dicen a su gente que no quieren su tiempo, hubiera sido bonito poder ser útil a tu ciudad. Por momentos, muchos ciudadanos se entusiasmaon con la idea, pero el sueño duró poco.
Hubiera sido una gran noticia en una semana en la que hemos tenido un poco de todo, políticos sin escrúpulos que siguen aferrados al poder, a pesar de que los casos de corrupción y las malas practicas les dicen que sería mejor, por el bien de todos pero en especial de su partido, que se marcharan a casa. Ejecutivos que no están de acuerdo con algunas decisiones que se toman dentro de su organización y deciden salir por la puerta grande, abandonar el barco, eso sí, con un abultado plan de pensiones. Otros, han sido galardonados, como Pablo Isla, vicepresidente y consejero delegado de Inditex, que recibió esta semana el Premio AED al Directivo del año 2008, por su callada y exitosa labor al frente de la multinacional gallega. El ejecutivo recibió el premio, "sin darse pote", como dijo César Alierta que hace las cosas Isla, que puede servir de ejemplo de cómo se pueden hacer las cosas hoy día y triunfar, sin mentiras ni engaños. Con sencillez. La misma con la que miles de madrileños esperaban que Madrid hubiera sido sede olímpica. No ha podido ser y creo que ya no será nunca. Felicidades a Río.