Oro histórico para la selección española
La selección española de baloncesto logró esta noche agrandar su excelso palmarés con el reinado del ''Viejo Continente'', último escalón que faltaba por subir a la generación de oro del deporte de la canasta, que ha cerrado el círculo tras el campeonato del mundo de Japón y su brillante final olímpica.
España, liderada por un soberbio Pau Gasol, ha vuelto a escribir su nombre en los libros de historia y ha confirmado su dominio en el baloncesto europeo después de seis citas en las que no falló en su lucha por las medallas. Los júniors de oro son, cada vez más, parte inevitable en el recuerdo del deporte español.
La selección no vivió precisamente su mejor Europeo, enturbiada por una incómoda derrota ante Lituania días antes de su debut, el equipo de Sergio Scariolo permaneció en el alambre en sus primeras apariciones en el torneo polaco. Precisamente en su estreno, ante Serbia, provocó los primeros desaires.
España fue criticada por sus ''bolos'' veraniegos, por la mínima entidad de sus rivales y por la complacencia de una preparación escasa, destinada a recaudar fondos por parte de la Federación. Árbritros españoles, pabellones a reventar y rivales de comparsa llevaron al equipo español a su peor versión.
La repercusión era mínima, sin embargo, para el resto de Europa que seguía viendo al equipo nacional como claro aspirante al título. De hecho, la prensa francesa vaticinaba la derrota de los suyos en cuartos a pesar de que España estuviera a medio gas y no hubiera dado el paso al frente. Irremediablemente, Scariolo estaba en el centro de la cuestión. El italiano no daba con la tecla y España no brillaba como lo había hecho en las últimas citas de postín.
El equipo, incluso, no aceptaba las decisiones del seleccionador, que había mandado a Llull jugarse la última bola frente a Turquía. Pero en ese mar de dudas surgió el carácter de un equipo que ha cimentado su recuperación en un jugador: Pau Gasol. El campeón de la NBA ha ganado en prestigio, autoestima y confianza. El de Sant Boi demuestra sus galones en la cancha y fuera de ella, donde sigue dando ejemplo de lo que debe ser un jugador de la selección española.
Gasol se ha apoyado en un excelente Navarro. Su amigo y compañero de habitación olvidó la encorsetada táctica de Scariolo, empeñado en hacer jugar al equipo a su manera, y provocó el desquite de la ''roja. El técnico se dio cuenta que la mejor forma de ganar era hacer lo que se había hecho hasta el momento.
Respetar la grandeza de un equipo que está por encima de seleccionadores, esquemas de juego o jugadas de pizarra. El talento de Rudy Fernández y las infatigables actuaciones de Felipe Reyes se sumaron a un quinteto inicial que se ha acabado recitando de memoria.
En él no falto un Ricky Rubio que fue de menos a más. El nuevo ''playmaker'' del Barcelona se doctoró en el mejor escenario: los cuartos de final, y ante el mejor oponente: Tony Parker. El joven director de juego recuperó su capacidad defensiva y sus inacabables brazos para meter a España en las ''semis''.
Y ahí España fue nuevamente la de siempre. Sáez por fin reía en el palco de autoridades y Mumbrú metía triples que no conseguía desde hace tiempo. Iverson -invitado de excepción en Polonia- se dio cuenta de la fortaleza de Marc Gasol, su nuevo compañero en Memphis, y Cabezas recuperaba de golpe todo el protagonismo que le había impedido Aíto en los Juegos del año anterior.
Al final se hizo justicia y España recuperó su juego, sus sensaciones y su capacidad para trasmitir alegría jugando al ''baloncesto''. Los ganadores del Premio Príncipe de Asturias en 2006 ya pueden decir que no sólo reinaron en el mundo, sino que también lo hicieron en el campeonato de Europa.