Tradición y modernidad en Bové
Josep Maria Bové dirige la auditoría que fundó apostando por la formación continua.
Hay profesionales que además de predicar que la formación permanente es necesaria, lo demuestran con el ejemplo. Es el caso de Josep Maria Bové Montero (Barcelona, 1950), presidente y fundador de la firma de auditoría y consultoría Bové Montero y Asociados. Una de sus mayores ilusiones es acabar la carrera de Derecho, un reto que prevé alcanzar este año en la Universidad Abad Oliva de Barcelona. Licenciado en Economía, decidió dedicar dos tardes (de tres y media a nueve y media) al estudio de otra carrera, "por posicionamiento mental, por enriquecerme, me resulta fascinante la historia del derecho romano o eclesiástico". Además, sus jornadas laborales empiezan a las siete y media de la mañana con clases de hora y media de alemán o francés. Habla también italiano y un inglés perfecto, a lo que contribuye el hecho de que su mujer sea estadounidense. Con este perfil no es extraño que dominar el inglés sea un requisito indispensable en la empresa que dirige. De una plantilla de 70 personas, ubicadas en las oficinas de Barcelona, Madrid y Palma de Mallorca, 20 hablan también alemán. "Entre el 70% y el 80% de nuestros cliente son empresas extranjeras establecidas en España, y tenemos muchas alemanas", explica.
Los orígenes de la firma se remontan a 1976, cuando tras cuatro años en otra auditoría Bové decidió montar su propio despacho. "En aquella época la auditoría era muy pura, en el sentido de que sólo la pedían los empresarios que creían en ella, cada dos o tres años la hacían porque esperaban consejo, ver qué ajustes tenían que hacer, se lo tomaban como una revisión de la empresa e incluso como una carta de recomendación", explica.
La auditoría tiene su despacho en la sede de la empresa en la calle Marià Cubí de Barcelona. Unas oficinas que han ido creciendo al ritmo de la empresa. "Empezamos con 70 metros cuadrados y ahora tenemos 850". Su despacho sigue siendo el mismo que en 1976. "Tengo suficiente, no he sentido la necesidad de cambiarme", explica. Suele recibir a los clientes en alguna de las cuatro salas que tienen equipadas con ese fin. Una pena, porque las visitas no pueden ver las joyas de su despacho: dos sillas de estilo modernista emplazadas frente a la mesa de trabajo.
Los viajes son un ingrediente habitual en la agenda de Bové. La firma tiene oficinas en Madrid y Palma de Mallorca. "Crecemos con oficina propia, no a través de delegados. Requiere más esfuerzo, pero es la manera de garantizar la calidad del servicio y mantener el espíritu de la firma". Alrededor de un 20% de los clientes pertenecen a otras áreas geográficas diferentes a las que tienen oficina, "y eso requiere más viajes". Su cargo de vicepresidente de la Federación de Expertos Contables Europeos (FEE) le exige también frecuentes visitas a Bruselas. "Son jornadas agotadoras en las que te tienes que levantar a las cuatro y media de la mañana para estar allí a primera hora", cuenta. La firma está valorando la posibilidad de abrir sucursal propia también en Valencia.
Bové asegura que su despacho no se ha visto afectado por la crisis, "de momento no se ha notado en la facturación", y espera que el cierre definitivo del ejercicio fiscal (a finales de julio) arroje una cifra cercana a los seis millones. Se enfrenta a la situación actual con tranquilidad. "No quiero decir que sea lo mismo, pero yo ya he vivido esta situación otras veces. Siempre hay sectores que desaparecen y otros que nacen. Recuerdo una empresa, que se dedicaba a metales y platería, del Poble Nou de Barcelona con 1.000 trabajadores que desapareció, y la caída del sector textil; ahora es tiempo de energías renovables, biomédicas e investigación de patentes", explica; "de todas maneras, creo que la crisis no debería ir a más",
Quizá por el conocimiento del país a través de las empresas clientes es un admirador del modelo económico alemán. "Aquí nos hemos centrado en lo fácil, en la especulación, en lugar de invertir fuera; vendemos en el exterior mucho menos de lo que compramos porque no tenemos filiales fuera, hay que invertir en industria, el retorno es menor, pero es mucho más sólido a largo plazo. Es una pena, pero España está colonizada por inversión extranjera".
Piezas de museo modernista
La sede de la firma Bové Montero y Asociados cuenta con varias piezas de museo entre su mobiliario. Dos de ellas están en el despacho del fundador de la firma, Josep Maria Bové. Las muestra con orgullo mientras explica cómo en el modernismo está siempre presente la medida humana, como en las sillas, donde el dedo encaja perfectamente en muchos detalles de su diseño.Bové es una empresa familiar y el hijo pequeño del fundador, de 24 años, ha entrado a trabajar en ella. Tiene otros dos hijos de 29 y 24 años. Al recién llegado, currículum no le falta. Es licenciado en Administración y Dirección de Empresas y en Derecho y domina cinco idiomas. Llega bien preparado, pero su padre comenta divertido que no sabe "lo que le espera". La rotación de personal en la firma, que llegó a ser del 20%, ha caído considerablemente por el aumento del paro.Bové explica que una firma como la suya es muy buena para formarse, "mandamos a la gente al extranjero y ves en un año 15 o 20 empresas, mientras que en las grandes sólo ves una". Aun así entiende que no todos quieran seguir en ella. "¿Quién se casa con su primera novia?".