La crisis aguarda a Barroso II
José Manuel Barroso logró ayer en el Parlamento Europeo la investidura para su segundo mandato como presidente de la Comisión Europea. Pero lo hizo con 382 votos a favor, 31 votos menos que hace cinco años, a pesar del giro a la derecha de las últimas elecciones europeas. Y con 117 abstenciones, casi el triple que los 44 de la investidura anterior.
La falta de entusiasmo del Parlamento con el candidato conservador denota el disgusto de una parte de la Eurocámara con su primer mandato, y también el malestar político derivado de la crisis económica. Cuando Barroso llegó a Bruselas, la UE registraba un crecimiento del 2,5%, una tasa de desempleo del 8,8% y un déficit global del 2,8%. Al final de su primer lustro como presidente de la CE, la caída anual del PIB alcanza el 4%, el número de parados roza los 22 millones y los números rojos doblan el límite teórico del 3%.
Sería absurdo culpar exclusivamente a Barroso del deterioro de esas cifras. Pero su pasividad frente a los excesos de los mercados financieros, a pesar de las repetidas advertencias del Parlamento, y su énfasis en la desregulación, han contribuido a dejar más vulnerable a Europa. Por eso, lo mejor que puede hacer Barroso II es centrar su nuevo mandato en combatir la crisis, y también los estropicios provocados por Barroso I.