La contracultura llega a las tiendas
Objetos abandonados en comercios y supermercados para reivindicar una causa o autopromocionarse. Se llama 'shopdropping' y ya ha llegado a España
Músicos que dejan sus CD en lugares estratégicos en las tiendas, artistas antisistema que graban mensajes políticos en latas de guisantes en protesta contra el capitalismo o fanáticos religiosos que introducen folletos en libros de ciencia. æpermil;stas son sólo algunas de las singulares experiencias que cada vez más personas practican en el supermercado. Es el shopdropping, un nuevo término acuñado por los estadounidenses para designar una tendencia que consiste en dejar objetos personales entre los estantes de los comercios, ya sea como autopromoción o por el mero gusto de burlar el sistema.
El concepto es complejo por lo anómalo que resulta. Aunque no es nuevo, el shopdropping ha crecido en popularidad en los últimos años en EE UU y Reino Unido, y comienza a hacer sus pinitos en los centros comerciales españoles. Sin embargo, es al otro del Atlántico donde la práctica empieza a traer de cabeza a las grandes superficies, que más allá de preocuparse por lo que los clientes roban, han puesto sobre aviso a los dependientes para que vigilen lo que sus compradores -y no compradores- dejan dentro. Los establecimientos temen que estos nuevos hábitos molesten a los clientes y alteren su tradicional funcionamiento
Aquellos que se dedican al shopdropping lo entienden como una forma de expresión contra la globalización y lo que consideran un consumismo desmedido. Otros, lo practican como una forma de arte urbano. Este tipo de actos subversivos en el interior de las tiendas se remonta a finales de los 80, cuando el Frente de Liberación de la Barbie -en nombre de la igualdad de sexos- se dedicó a distorsionar la voz de las conocidas muñecas de Mattel y ponerles un vozarrón varonil antes de devolverlas a las estanterías. A partir de entonces, las más curiosas actitudes se han sucedido a lo largo de las dos décadas de vida con que cuenta el movimiento.
Bansky es el 'shopdropper' más famoso después de haber colado una pintura rupestre falsa en el Británico
Decenas de camisetas de fabricación casera con el retrato de Carlos Marx, el Che Guevara y Bakunin aparecieron hace semanas perfectamente dobladas en una tienda Wal Mart, la más grande minorista del mundo. Junto a ellas, un lema: "Paz en la tierra, después de derrocar al capitalismo". Los ejemplos se cuentan por millares ante las estupefactas cajeras de los hipermercados, que cuando se disponen a cobrar no encuentran el precio, el código de barras ni la más mínima explicación.
Banksy es probablemente el más conocido shopdropper. Se ha convertido en un icono internacionalmente conocido, después de haber colocado una pintura rupestre falsa en el Museo Británico. La obra pasó desapercibida durante días, y más tarde se añadió a la colección permanente del museo. El propio Bansky marcó otro hito al sustituir 500 copias de un disco de Paris Hilton por uno propio en 48 tiendas diferentes de Reino Unido. Según parece, nadie devolvió ninguno de los CD de este artista independiente que ya causa furor entre los que han tenido la oportunidad de conocer sus canciones.
Autopromoción
En España se ha adoptado una particular forma de practicar el retrohurto, término que ya empieza a ser utilizado como traducción del shopdropping, después de que una cadena de supermercados confesara haber encontrado entre sus libros para perder peso y revistas de actualidad, tarjetas de contacto de clínicas privadas en la que por un módico precio se garantizaba a sus futuras clientes "operaciones milagro". El shopdropping a la española ha sabido aprovechar los mensajes reivindicativos de los estadounidenses para convertirlos en una particular forma de autopromoción. Los ejemplos tampoco son escasos dentro de nuestras fronteras: decenas de escritores hacinados ante las estanterías de las más importantes librerías de país recolocan sus ejemplares para que sean más comprados, otros infiltran discos propios entre los grandes éxitos del momento en busca de su oportunidad para saltar a la fama.
"Es una forma gratuita de darse a conocer", comentan quienes lo practican y lo cierto es que ni en caso de que ser pillados pueden sancionarles con las leyes españolas en la mano. Javier Muñoz, director de iAbogado, explica que la conducta del shopdropping es lo que en Derecho se denomina "atípica", es decir, que no está contemplada en el Código Penal y por tanto, en virtud de los principios de legalidad y tipicidad, es impune: no puede ser castigada por la vía penal. Otra cosa es que el retroladrón cometa al mismo tiempo algún destrozo, o acceda a la tienda contra la voluntad de su dueño fuera de las horas de apertura. En estos casos, podría ser sancionado por el correspondiente delito de daños o de allanamiento, pero no por la conducta del retrohurto en sí, comenta Muñoz.
La RAE opina
El 'shopdropping" está relacionado con la palabra shoplifting, que designa algo que en vez de llevarse (lift), se deja (drop) allí. Desde la Real Academia Española (RAE) aseguran que "no hay de momento una adaptación o una equivalencia suficientemente difundidas en español como alternativa al término inglés shopdropping". Los académicos señalan que, como tampoco se trata de una actividad muy conocida en nuestro ámbito, una traducción correría el riesgo de no ofrecer un significado comprensible para el lector que se encuentra por primera vez con la palabra. Por ello, "más bien sugerimos el uso de una expresión que explique en qué consiste y, en cualquier caso, toda propuesta que evite el extranjerismo".