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Tribuna
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¿Algún oasis de liquidez?

Una sensación de obstrucción se adentra incisivamente en la válvula principal del apalancado corazón financiero de nuestro tejido empresarial, presionando el abatido músculo monetario de economías domésticas. De manera análoga a un proceso de sequía, considerado como una anomalía transitoria donde la disponibilidad de agua resulta insuficiente para abastecer las necesidades de los seres vivos, la escasez generalizada de un nivel preciso de circulante origina un efecto deficitario en los áridos estados de tesorería semejante al del agua.

El alcance de esta crisis ha deteriorado profundamente los estándares de solvencia de empresas y los perfiles de riesgo de particulares, ha atenuado sus capacidades recurrentes de generación de ingresos, ha liquidado en tiempo récord los volúmenes de ahorro y ha repuntado los índices de morosidad, generando una espiral de desfases tesoreros de difícil sostenibilidad.

Bajo estos condicionantes y ante las crecientes dificultades para emitir deuda, el sistema bancario se ha visto obligado a captar agresivamente pasivo bancario, con el fin de restablecer su armonía financiera, retribuyendo las primas por encima de los precios de mercado y evaporando así los márgenes de intermediación.

Ni siquiera la histórica oferta ilimitada de liquidez emitida hace unos meses por el BCE, que ha constituido una oportunidad única para adquirir préstamos en condiciones enormemente favorables, ni los numerosos planes de estímulo financiero, ni las inyecciones de liquidez parece que vayan a provocar que los canales tradicionales de financiación se reactiven.

Al margen de todas estas dificultades para acceder a recursos financieros, los vencimientos de deuda y las crecientes obligaciones de pago que tiene que afrontar el sector han provocado la parálisis en las políticas de concesión de financiación, al comprometer su exiguo grado de liquidez con el objeto de evadir cualquier riesgo futuro de quiebra. En este sentido, se está promoviendo una recomposición de su pasivo, aspecto que, unido a la menor cadencia de avance del crédito, provoca que el saldo entre la nueva financiación otorgada a los agentes económicos y la captada se haya ido estrechando progresivamente.

Otro aspecto que limita esta situación reside en que el Banco de España obliga a que cualquier préstamo que atribuya un endeudamiento superior al 35% de la renta disponible se dote desde el comienzo como deuda subjetiva, con la consecuente incidencia sobre la cuenta de resultados.

Así, en este escenario de extrema sed financiera, economías domésticas y empresas anhelan encontrar cuanto antes su particular oasis de liquidez.

Jorge Torres Quílez. Profesor de Economía Financiera de la Universidad de Zaragoza

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